7/31/2024

82-La vida de un emperador

 Devadatta se acercó con un objeto en las manos que no todos identificaron, Ichinén se alertó, sumido en desconfianza. Era muy similar al cristal que le había mostrado el Daishonin.

-Con esto podrás ver que ofrece mi señor Rokuten.-expresó con calma Devadatta.-Es una propuesta de paz, solo tienes que ver esta posibilidad de lo que podría ser.-

-No quiero saberlo.-

-Solo te pide que lo veas. Podés negarte a seguir en cualquier momento.-

-Yo lo haré primero.-intervino Nikko, el monje.

Aunque Ichinén estaba seguro de negarse, Nikko lo convenció que no arriesgaban nada con intentarlo. El monje tocó el cristal por un segundo y luego pareció como despertar de un sueño.

-Interesante, aunque creo que Ichinén declinará la propuesta.-acotó Nikko.

Llevándolo en un aparte el guerrero le preguntó a su primo sobre lo que vio en ese segundo que estuvo como ausente de la realidad.

-Es una visión de lo que podría ser este continente.-explicó el monje.-No recomiendo que accedas a verlo y mucho menos a aceptar esas condiciones que proponga al mostrarnos esta posibilidad.-

Ichinén se envaró y plantó frente al lacayo del rey demonio.

-Aunque sé que traes malas intenciones, prefiero verlo por mí mismo y negarme a aceptar, con conocimiento de causa.-

Victoria lo estaba observando con gran angustia y preocupación. Elintari, estaba ofuscada y alarmada. Lo último que vio antes de tocar el cristal, fue el rostro de Victoria, temiendo por su vida.

En un destello, estaba en otro lado, era otra persona. Como en un sueño en el que se tiene conciencia de hechos y conceptos que no están implícitos en el evento onírico, Ichinén sabía que era el Emperador, señor de Mitjaval y Azaláys. Desde el cataclismo, la Gran Oscuridad; había tomado el liderazgo del continente. Logrando la paz entre los reinos, incluso con los belicosos taranos. Se encontraba en el salón del trono, el mismo donde había tocado el cristal. Eso era algo que se le estaba difuminando en la mente. Se encontraba de pie frente al ventanal. En sus manos tenía una carta que le habían enviado recientemente.

“Estimado Emperador:

Agradezco la respuesta de la última carta, pero quisiera informarle que el envío de una escolta a buscarme es un gasto de recursos para mi humilde persona. Le informo que en Mirzam contamos con guerreros capaces de proteger a su Condesa.

En dos semanas estaré llegando a Mitjaval, tomare la ruta por mar y luego por tierra, lo mantendré informado sobre mi llegada en cuanto me sea posible.

Mis más sinceros saludos, Gloria, Condesa de Mirzam."

Leer la carta de la condesa fue el menor de todos los incordios de esos días. ¿Pero cómo se le puede hablar a esta muchacha para que entienda? Bueno, no importa, envié el mensaje de respuesta lo más rápido posible. Haciéndole saber que yo ya estaba yendo para allá, por otros asuntos y que nos veríamos en la capital de Azalays. Espero conocer a quien parece tan insoportable por misiva. Me sospecho que es una bruja vieja, bien mal humorada, de esas que tanto abundan en los rincones del Imperio.

El Emperador fue a buscar a la condesa personalmente y con la gran comitiva retomaron el regreso hacia Anthurium.

“En el camino de la costa a la capital, todos estaban agotados del calor. No podía culparlo, por eso decidí detener a todos. El calor en la montura y la cabalgata me había hartado, pasaba de lo soportable. Descansar a la sombra de un frondoso roble fue el placer más grande que podía disfrutar ese día. John, la condesa, todos apostaban por lo mismo. Lucrecia se había quedado dentro del carro. Desde la noticia sobre el fallecimiento del guerrero Fukyo algo había cambiado en mi interior. Me mantenía más silencioso que lo acostumbrado. Ya no veía las cosas tan simples. La mortalidad ajena al tocarnos de cerca, nos brinda una perspectiva diferente de nuestros actos. Quizá debería dejar de buscar quimeras evasivas, dejar de abusar de mi libertad como Emperador y hacer un matrimonio por mi pueblo. Como diría mi abuelo, sentar cabeza. Johan hablaba y hablaba pero yo no escuchaba demasiado.

Entramos con toda la comitiva, yo trataba de apresurar el paso. Mitjaval me esperaba, extraño que este lugar me generara tanta añoranza y no tan así Azaláys. Mitjaval era mi hogar, ya era un hecho. Mi infancia como duque estaba en Azaláys, mi madurez como soberano era Mitjaval. ¿Que podría deparar el futuro?

Ingresé en palacio, con una sucesión de inclinaciones a cada paso. Un ayuda de cámara me indicó que en palacio se encontraba mi vieja amiga Madame de La Cross, reunida con cierta enviada del Despotado de Taranis.

-¿No será acaso Lady Engel?-

El ayudante asintió asombrado, no sabía como estaba enterada de esta circunstancia. La cuestión era clara si como yo, estaba sobre aviso gracias a la misiva del mariscal.

-¿Su majestad desea reunirse con ellas?-

-No, por favor no.-respondí quizá un poco bruscamente.-No por el momento. Primero, deseo descansar y luego retomar mis funciones normales, luego habrá tiempo para la diplomacia.-

Llamé a un ayudante para que transcribiera las misivas que debía enviar a los reinos de Astur y Desertus. El reino de Astur, acaba de sufrir cambios políticos importantes, mientras que el Califato de Desertus siempre se ha mantenido en una periferia. Tenemos diferencias religiosas, pero eso nos pone más cerca a nivel especie, comparado con otros reinos que contienen criaturas no humanas. Este es el tema que más me preocupa en este momento. ¿Como lidiarán los simples humanos ante las diferentes especies de este mundo?

El mariscal se encontraba con su hija cuando el ayuda de cámara entró algo nervioso. Le tendió un pergamino de varias hojas, desde el título era un golpe de agua helada, o hirviendo, lo mismo daba.”

Dai Ichinén, biografía no autorizada, por Johan Sebastian

"Capitulo1: La casa de Menkalinam

Este linaje surge hace incontables años en el norte del reino de Azaláys. Conjuntamente, un asentamiento de nipones, toma posesión de algunas tierras. Por aquel entonces, el reino del sur no estaba tan organizado como ahora, por lo que no hubo resistencia para que esta gente viviera entre ellos. Trajeron su religión, el budismo, entre otras costumbres. Con el correr de los siglos, se formó el ducado de Menkalinam, cada vez más alejado de la nobleza del centro del continente, en Mitjaval. Telumehtar Umbardacil, rey de Mitjaval cuando se encontraba separado de Caerleon y Altahea, fue el padre de Ald-frid I, el fundador de esta casa. Más de quince generaciones más tarde, nacería Ald-frid II repitiendo el nombre, quien sería un personaje muy importante para nuestra historia. Este es el abuelo del futuro Emperador del reino central, el imperio de Mitjaval. Solo que en su época, bajo el liderazgo de la reina Letus, ni se sospechaba como esta casa llegaría a tal proeza. Esa reina, creadora del himno azalayano, tenía como duque de Menkalinam a Alfrid II. Al morir él, lo sucedió su único hijo varón, Rhod-Wulf III. Por esa época, nació el personaje más importante de su época, el fundador de la escuela Fuji, Nichirén Daishonin. Una parte de la familia del duque había abrazado la fe budista y muchos se convirtieron en seguidores de esta escuela del Daishonin. Dos hombres sucederían a los ya mencionados. Dos hombres que forjarían el presente actual. El primero en nacer, fue el discípulo directo de Nichiren, quien tomó el nombre de Nikko Shonin. El segundo hombre, era Angus, hijo de Rhod-Wulf III, futuro duque de Menkalinam. Se dice que fue el buda Nichirén, otros alegan que fue un viejo alquimista que llegó un día a la corte de Menkalinam; pero se rumorea que existe una profecía sobre el niño Angus. Según algunas fuentes, esta profecía ya se ha cumplido. Angus demostró un ímpetu y una energía que hizo que sus parientes budistas lo comenzaran a llamar "Ichinén" (Determinación certera), el hombre que llegaría al mando del imperio más poderoso de todo el continente."

Poco después, el emperador llevaba su propia crónica, en forma de bitácora.

-Este imperio no se dirige solo. Siempre me sentí más como un hombre de acción que para estar sentado en una silla pasivamente. Pero, como luego descubrí, no es tan pasivo llevar esto sobre los hombros. No es todo lo tranquilo que esperaba. Alguien debía hacerlo y el destino me eligió a mí. El papeleo es quizás lo más tranquilo, pero llevar adelante la economía es una tarea hercúlea. Acabando de terminar la propuesta de unos comerciantes que se dirigían a Azuroth, uno de los consejeros se me acercó y me informó que una visita requería mi atención. Ni sorpresa me iba a llevar sobre quien era la visita. El monje entró en el salón, era Nikko Shonin.-

Según lo que luego contaría Nikko Shonin:

-Cuando los guardias me dejaron entrar y el consejero me guió a la sala del trono, pude observar la majestuosa figura del emperador. Era diferente a como lo recordaba, muy diferente. Me detuve cuando el consejero lo hizo.

-Déjennos.-ordenó cortante Ichinén.

Aguardó en silencio mientras la orden era cumplida, yo esperé lo mismo. Lo que sería conversado en lo subsiguiente sería conveniente que no tuviera otros oídos extraños.

-Te saludo, Emperador Ichinén.-

Ichinén me miró de hito en hito. Tardó más de un segundo en responder.

-Podemos olvidar las formalidades estando a solas, primo.-

Asentí agradecido, él se puso en pie y comenzamos a caminar por el salón lujosamente decorado.

-Veo que has terminado tu trabajo reorganizando el imperio. Me preguntaba cuando volverías con tu gente.-

Él se giró apenas, con cierto aspecto molesto.

-Estoy con mi gente. Estos hombres me acompañaron hasta el infinito, no puedo abandonarlos ahora, ni nunca.-

-El emperador, con un nombre budista. ¿Cómo se entiende?-inquirí yo.

-Soy lo que soy, pero no es algo que tenga ganas de discutir.-respondió deteniéndose por un momento.-Tal vez no lo compartas, primo, ni lo comprendas. Pero en este momento los debates religiosos son lo que menos me preocupan en este momento.-

-¿Más que apartarte del sendero de la Ley?-

-Siguiendo el camino de la Ley es como pudimos salvar este mundo. ¿O acaso no lo recuerdas?-

Me detuve en mi accionar, debía reconocerle razón. Todos los que tomamos parte lo recordaban, pero una gran mayoría que no fue incluida desconocía completamente la inferencia cósmica.

-La nada que borraba el mundo.-comenté.

-Mis guardias no sabrían de que estás hablando, pero unos pocos de nosotros sí. No es casual que sean en su mayoría soberanos los que saben sobre ello. De como movimos el mundo para apartarlo de la nada que se lo llevaba todo y condenaba nuestro mundo al olvido.-

-No, es causal. La causa es que nosotros tomamos parte, fuimos protagonistas. Los espectadores rara vez comparten el trasfondo de una obra teatral.-

El hizo un gesto vago con la mano, como si apartara un insecto.

-Esta obra teatral, como mencionas, fue el intento de mover el mundo como lo conocemos a otra ubicación en el universo. Ni yo mismo lo entiendo del todo cuando lo pienso. Pero solo sé que ahora estamos a salvo del caos.-

-No sé si te has dado cuenta, pero algunas cosas han cambiado. Quizás el universo acomoda lo que cree conveniente. Aborrece los vacíos.-

-Sé de las diferencias, es como si hubiéramos estado en el limbo durante un tiempo. Y al estar aquí muchas cosas son distintas.-contestó él.

-Pero tu cambio de corazón no.-respondí a mi vez.

-En este momento me preocupa más restaurar el contacto con todas las otras tierras. He enviado emisarios a tierras al este que no han regresado, aún. Pero pareciera que esos terrenos estuvieran vacíos. No tenemos noticias de allí, ni un comerciante que viaja, nada. He intentado contactar con el soberano del reino Meridional pero no tengo noticias.

Esto tiene lógica, primo?-

-Quizás ahora no, pero esperemos que con el tiempo la tenga.-

El Emperador puso una mano en mi hombro.

-Solo nos queda tener fe, sea cual sea esta.-Respondió el Emperador Ichinén, mi primo.

Terminada esta parte de la conversación, donde ya no era necesaria la ausencia de oídos indiscretos, salimos del palacio hacia los jardines. Charlamos de las novedades varias de los diferentes reinos, Mitjaval y Azalays. Como siempre, Azalays se mantuvo en su disparidad cultural, entre budistas y otros credos, en términos muy razonables. Doy gracias a ello, y pese a las diferencias que tenemos con mi primo, nosotros también representamos esa misma disparidad. Rey y monje budista en la familia.

-Lamentablemente.-comencé diciendo.-No todos los lugares del continente son tan tolerantes como nuestra tierra originaria.-

Mi primo me miró durante un momento con extrañamiento, luego comprendió mi referencia.

-Las tierras del Meridional, hace ya años que vienen en un tenso status quo.-

-Si, necesito en forma urgente establecer contacto con el soberano de ese reino. Asistirlo en lo posible por mantener la paz. Pero no han surtido mucho efecto mis emisarios. Necesito ojos y oídos, y también una boca para hablar con el rey del Meridional.-agregué por mi parte.

Nikko entendió donde estaba yendo yo y se detuvo.

-¿Está sugiriendo que vaya en su nombre a las tierras del Meridional?-

-Sé que es peligroso, el camino no es un lecho de rosas. Si no estás de acuerdo, primo, lo entenderé.-respondí apoyando una mano sobre un arbusto.-No se lo pido a alguien más, porque quiero alguien en quien confiar. Yo aún no puedo sacar un pie de este reino.-

Mi primo se lo pensó un rato antes de responder.

-Las grandes personas se forjan en las grandes adversidades. Iré, Ichinén, todo en bien de la paz de esta tierra.-

Llamé un asistente que pasaba y le solicité que tuviera todo preparado. Comida, implementos para el viaje, dinero. Y una guardia como escolta.

Posteriormente,  Ichinén vería todo desde la perspectiva de Johan.

“Entré en la ciudad de Anthurium envuelto en una capucha, los tiempos de paz y prosperidad había hecho que la milicia se tomara ciertas licencias con el paso de los transeúntes. El palacio se encontraba en plena ebullición, viendo los estandartes católicos, me enteré que era debido a la visita del nuevo papa. Me entreveré por los pasillos laberínticos del gran palacio. Hacía tiempo que no estaba aquí, estaba todo mucho más limpio y en orden. La última vez, el lugar había estado abandonado por años y solo tenía una vaga reminiscencia de su glorioso pasado. El emperador había logrado retornar la antigua gloria. Ruidos estremecedores de pasos interrumpieron mi ensoñación contemplando la decoración. El emperador se acercaba con una comitiva de soldados escoltándolo. Todos hacían una reverencia al paso de su majestad. Me detuve en el camino, con una rodilla en el suelo y el mazo de naipes en la mano.

-Majestad, desearía sacar una carta, este truco de magia le va a encantar.-

Los soldados desenvainaron las espadas en forma amenazante, y se pusieron a pocos centímetros de mí.

-Identifíquese.-me espetó uno de los que estaba adelante.

El emperador alzó la mano y se adelantó hacía mí.

-Esperen. Está bien, sargento.-

Me descubrí el rostro y pude ver la expresión de sorpresa del emperador.

-Johan?-

-Así es majestad, estoy de visita en Anthurium. Me gusta como quedó este lugar.-

Me levanté e hice una reverencia, respondida con una leve inclinación de cabeza por su majestad imperial. Estaba muy cambiado con los atavíos protocolares, no como yo lo recordaba de la última vez. Vestido simplemente, vestido para la guerra.

-Esto sí que es inesperado, has llegado en días extraños, señor Sebastián.-

Los soldados miraban al emperador inquiridoramente, no sabiendo si envainar las espadas nuevamente o rodear al emperador. Aquello podía ser una trampa de algún enemigo.

-Soldados, descansen. Este es Johan Sebastián, el peleó en el pasado a mi lado, en contra del caos.-

-Pelear, lo que se dice pelear, no fue tan así, mi señor. Pero hice mi parte. No soy precisamente un guerrero, lo mío son las letras, las artes. En definitiva, el entretenimiento.-

Los soldados volvieron las espadas a sus lugares. El emperador sonrió.

-En este momento, nos encontramos recibiendo la visita del papa. Pero haré los arreglos para que te acomoden en el palacio.-dijo el emperador.

-Será un honor, su majestad. Me encontraba en camino a Azalays, la universidad de Mirzam está nuevamente en funcionamiento, ahora que hay una nueva condesa.-respondí yo.

-Espero que puedas quedarte con nosotros un tiempo. Será un placer disfrutar de tu compañía.-

-Todo el que desee su majestad.-

Johan Sebastián, trovador.

Que sorpresa tan agradable poder ver a un viejo amigo. Y uno tan particular como Johan Sebastián, pensó Ichinén.

Ordenó a un ayudante que le encontrara un buen cuarto al señor Johan, a lo que lo vio removerse inquieto. Seguramente el título de "señor" no le parecía apropiado. Luego cayó en la cuenta de algo muy crucial en lo que había dicho previamente.

-Te dirigías a Mirzam?-dije, recordando, a lo que asintió.-Por tierra o por mar?-

-Por tierra. Es más corto, pensaba pasar por Menkalinam y visitar a su primo, Nikko.-

Su respuesta lo dejó algo preocupado, no estaba seguro si él sabía lo que eso significaba.

-De esta forma, deberías ir en parte del camino por Azuroth, no es un sitio muy recomendable.-

El balanceó su cabeza como diciendo que aquello no parecía algo tan preocupante como yo lo veía.

-No deseo que tengas un mal momento en tierras tan peculiares como esa.-

-Sé que están las señoras rigiendo allí. Y ellas me conocen, con quien estuvimos en la Orden del León.-

Mi expresión se volvió grave ante la mención de esta última. Johan se percató de ello y rápidamente cambió de tema.

-Solo me toca un corto trecho por esa tierra oscura, espero rápidamente alcanzar Menkalinam. No debe preocuparse por mí, Majestad. Dudo que alguna de esas criaturas le desee algún mal a este trovador.-

Asentí despacio, aún preocupado.

-Muy bien, espero que estés seguro de lo que haces. Pero antes de que partas, quisiera que nos acompañaras para presentarte a su santidad. Seguro que disfrutara el entretenimiento, especialmente si no son bromas demasiado.... digamos... picantes.-

-Debo tener alguna en mi haber, se lo aseguro.-respondió el trovador divertido.

-Bien, cuando decidas partir, voy a darte un salvoconducto para atravesar Azuroth. Aunque allí se rigen según sus propias leyes, puede darte un mensaje para la soberana. Ello te serviría de excusa para andar sus senderos con cierta protección.-ratifiqué resuelto.

-Se lo agradezco, su Majestad.-

Dicho esto, nos saludamos y la comitiva continuó su marcha. La política requería atención. Todo el camino hasta la sala donde nos reuniríamos con su Santidad, me quedé meditando sobre John. De visita en Anthurium y ya conocería al papa. Un hombre impresionante este John, ha caminado entre reyes y batallas. Ha conocido grandes personalidades y eso no lo cambia para nada. Su carácter divertido siempre ha sido un bálsamo para mi humor. Jamás he conocido alguien que hubiera vivido lo que él y siguiera siendo tan autentico y tan modesto. Ni tampoco he conocido a alguien que haya atravesado tantos peligros sin que por ello le cambie el carácter. Pareciera que tiene alguna especie de protección especial que lo hace inmune a todo. Si alguien tiene el favor de Dios, ese es Johan Sebastián.

Madame de la Cross hizo señas a los sirvientes, que de inmediato se pusieron en movimiento, mientras ella iba liderando el pequeño grupo.

 

Al notar que Deshar se quedaba atrás, tal vez por su educación, ella también lo hizo y lo tomó del brazo.

-Decidme Deshar, el mariscal ha mencionado que vuestro pueblo prácticamente oprime a las mujeres y vos habéis hecho notar que no es así, hablasteis de guerreras ¿es eso cierto? podéis contarme algo de vuestra historia? Me resulta interesante, así como sé que agradaré a los presentes-

Llegaron a los jardines, donde ya los sirvientes habían dispuesto la pequeña mesa con manjares dulces, cremas, pasteles, infusiones, frutos, una gran gama de sabores y colores los esperaban y al otro lado de la caseta se observa un hermoso rosal blanco, la rosa Althaea, el orgullo de su tierra. Mientras tomaban asiento una música comenzó a sonar, los músicos habían llegado.

La disposición Mitjavaliana era reconocida en todas partes, los sirvientes eran rápidos y se decía que podían leer los pensamientos de sus amos, de lo rápidos y eficientes que eran.

Atravesó Ichinén los pasillos con rapidez, por el camino encontró al mariscal. Parecía más despejado que él. ¿Es que acaso necesitaba dormir menos? El hombre todavía podía sorprenderle. Le informó adonde se dirigía y juntos fueron al salón del trono. Envió un mensajero hasta las habitaciones designadas para la delegación extranjera, para invitarlos a compartir un refrigerio y poder conversar con tranquilidad.

-El emisario asturien se encuentra en camino, Majestad.-informó el hombre y se retiró.

Sentado como estaba, con el mariscal a su lado. Se volvió a él, sabiendo que cruzaba por su mente.

-Di lo que tienes en el aire. Hay algo que deseas preguntar desde ayer. Ahora que estamos solos, aprovecha el tiempo que se nos ha dado.-

“La sinceridad y frontalidad le divirtieron sobremanera.”

Las imágenes se iban difuminando, el sueño se estaba rompiendo, volvían a estar en el salón del trono, aunque solo estaban Ichinén y Devadatta.

-Bien, has visto el mundo que podría ser si haces las paces con mi  señor Rokuten.-expresó el hombre, sonriendo mecánicamente.

Ichinén lo miró sin poder creer o terminar de entender lo que escuchaba.

-¿Y así simplemente sería el mundo si Rokuten no nos atacara más?-

-Si abandonas la búsqueda de Kosen Rufu.-agregó el secuaz, con una pausa dramática entremedio.-No avanzará más la oscuridad sobre el continente.-g

6/30/2024

81-Ritos de transición

Cuando todo parece perdido, solo queda seguir y no distraerse mirando alrededor. Cuando se escuchó el grito acerca de la llegada de los barcos, Ichinén sabía que no podía detener sus fintas ni sus vertiginosos movimientos. Solo quedaba seguir, aunque el enemigo los estuviera sobrepasando. Si iba a caer, lo haría peleando. El caos era absoluto, no existía un protagonista que entendiera que estaba ocurriendo en esa batalla.
Los que si entendían que ocurría en la batalla, o al menos como se desarrollaba, eran los que descendían de los barcos. Tenían un panorama mucho más claro. Y un montón de espaldas de demonios que fueron apuñaladas sin piedad. El ejército de Mitjaval no entendía los movimientos de las líneas de demonios delante de ti,  algunos esperaron incluso que se les vinieran encima, debido a los supuestos  refuerzos de la costa. Tuvieron una sorpresa mayúscula cuando el enemigo primero se abrió sin orden ni concierto y les dejó una brecha para que Ichinén y los suyos tomaran ventaja. Para luego desbandarse en un completo “”sálvese quien pueda”, pero no quedaron demonios que pudieran escapar. Lady Engel comandaba el ala frontal, mientras que Ranzig el líder rodeaba a los demonios por un flanco. Los de Taranis eran los que descendían de los barcos y aunque no tenían la mejor de las formaciones de batalla debido al desembarco, tomaron a los enemigos de espalda, quienes se enteraron tarde que estaban en medio de dos líneas ofensivas. 
-Sin piedad!!!-gritó lady Engel, alzando su  larga espada.
-No dejen un demonio vivo.-ordenó Ranzig, decapitando a  diestra y siniestra.
Aunque Ichinén vio como los demonios estaban rodeados, el tener a un animal acorralado hace que se ponga más fiero y peligroso. Lejos de  terminar en ese momento, los demonios hicieron uso de su superioridad numérica y trataron de romper las filas de  los humanos, ya que de un lado estaban organizados los  de Ichinén y del otro, siguiendo a otro líder, los de Taranis que seguían ordenes de Ranzig. La lucha continuó durante más de lo que muchos podían sostener, los brazos blandían con menos fuerza y los demonios parecían no cansarse nunca. Ranzig se introdujo dentro de un círculo y se vio rodeado de demonios, Ichinén vio como era rodeado y herido de gravedad. Intentó llegar hasta su posición pero muchos enemigos aún se lo ponían enfrente. Para cuando logró llegar, el líder tarano estaba en el suelo, agonizando. Ichinén lo sostuvo mientras el hombre solo lo miraba, boqueando. Se levantó y ordenó a dos taranos que lo sacaron del fragor del combate. Era una  escena ya repetida de ese día, y de tantas ocasiones en el pasado. Miro en derredor y vislumbró una brecha, un punto débil.
-A mí! Todos conmigo! Hacia allá! Mitjaval!! Taranis! Azalays!-gritó el soberano Ichinén, aunando en un clamor de batalla a todos los pueblos del continente. 
Lo que había visto Ichinén fue el punto donde la pelea se torció definitivamente parar su  lado. Los demonios comenzaron a retroceder y finalmente, los pocos que pudieron hacerlo, a huir.
La victoria quedó para los humanos del continente, aunque el precio fue alto. El duque de Barberis estuvo entre los más lamentados. Ranzig agonizó un día más y falleció antes de regresar a la capital de Mitjaval. Muchos otros perdieron la vida, algo que hizo mella en el ánimo de Ichinén. Lady Engel quedó al mando del ejército tarano y era bastante difícil de lidiar con ella. El soberano de Mitjaval ya no tenía ganas de vérselas con alguien tan difícil. Su espíritu estaba  herido por todos los muertos y sin una razón de victoria. 
-Que ocurre mi señor?-le preguntó Elintari, viendo que Ichinén poco salía de su tienda y se mantenía aislado de los festejos. 
Un extrañamente taciturno Ichinén le respondió con un monosílabo casi inaudible. La elfa siguió repreguntando hasta que el rey le dio una respuesta. 
-Muchos cayeron  en la batalla y  para qué? Perdimos el portal, los demonios redujeron nuestras fuerzas y ahora debemos volver a la capital, estando más desunidos que nunca.-
-Pero triunfamos mi señor, en tanto estemos vivos, podemos encontrar otro camino a esa tierra que anhelas.-
-Mi cuerpo se siente enfermo desde volví del infierno.-replicó con hastío el guerrero. (Véase capítulos 74 a 77)
Elintari le enlazó los brazos al cuello y lo atrajo hacia ella, con la intención de confortarlo. El soberano de Mitjaval intentó frenarla.
-Elintari, no…-
Ella le apoyó un dedo en los labios
-Lo sé, tu corazón está en otro lado. No me confundo, aunque sé que necesitas contención.-ante esas palabras de la mujer, él se dejó abrazar.-Vayamos a dormir, mañana veremos las cosas con más claridad.-
El alba lo encontró a Ichinén con insomnio. Se levantó incluso antes que la elfa se despertara y observó la actividad del campamento. Elintari no comentó nada al verlo de pie, comprendió cabalmente lo que ocurría y  actuó como siempre. Ella era una general de Galja y el rey de Azalays era su aliado, ella estaba consciente que Ichinén amaba a otra mujer, aunque él mismo no fuera consciente del todo sobre ello.
Gracias a la ayuda proporcionada, el ejército de Taranis fue invitado a la capital para el festejo. Ichinén esperaba poder llevarlos a su alianza, pero a cada momento, los taranos se mostraban poco predispuestos a ello. No perdían oportunidad de marcar la diferencia entre ellos y los otros, cada interacción desembocaba en confrontación, a veces alguna más violenta que otra. 
Pese a que no era el rey, muchos ya lo buscaban en busca de consejo. Tanto fue así, que algunos nobles de Mitjaval, incluido la dama Blanca De La Cross, estaban proponiendo su coronación. Incluso reunificar Caerleon con Mitjaval y darle la corona conjunta a Ichinén. En el último consejo, fue debatido y el aún soberano de Azalays declinó cortésmente la propuesta. Sentía que un solo hombre no debía tener tanto poder, sabía como terminaba eso. Y le parecía demasiada arrogancia el ser soberano de dos tierras distintas. Esto le recordó la profecía de su infancia, la misma por la que su padre se había obsesionado. “Es el séptimo hijo de un séptimo hijo. Tres coronas hay en su camino. Tres pueblos lo aclamaran rey…” Después de como todo terminó, siguiendo ese vaticinio, hizo lo posible por ir en contra de lo que decía aquel augurio. Ahora, ante si había una segunda corona, era séptimo hijo, así como su padre. Tres pueblos lo aclamaron, o más, si contamos los presentes en la batalla; aunque no todos le dijeran rey. Luego venía la estrofa  que decía que sería amado por cuatro reinas. Tomando en cuenta a Kumi, la antigua reina de Azalays cuando era joven y que fue su primera amante, Innocenza sería la segunda; así aun quedarían dos. La profecía hablaría de Mara como la tercera? La princesa, quizás ahora reina de Taranis, que le había propuesto como un posible esposo. (Véase capítulos 52-53) Aunque quizás solo fuera parte del ardid para ayudarlos a escapar de Taranis. Lo que él no entendía era cual fueron sus razones para facilitarles la huida.
El siguiente consejo al que propusieron a Ichinén como soberano de Mitjaval, la tensión y la desorganización estaban palpables. Ichinén veía como declinar la corona desembocaba en la discordia, se arrepentía de haberlo hecho. Por el bien del pueblo quizás tenía que aceptar, pero las dudas lo acosaban. Se sentía encerrado en una serie de encrucijadas, de decisiones, donde todas le parecían pésimas, malas cuando menos. En ese segundo consejo un personaje siniestro hizo su aparición.
Devadatta entró en el salón y todos los que lo conocían se pusieron tensos. Ya algunos otros salían en busca de armas para ir a despacharlo. Por fortuna, solo Ichinén tenía permitido estar armado en el salón de reunión. 
-Saludos, Ichinén, soberano de Azalays, discípulo de mi primo y del daishonin.-
Los que no lo conocían, algún que otro secretario, lo había dejado pasar para una audiencia. 
-Dejad, majestad, que mi espada separe su cabeza del resto.-le solicitó Magnus, jefe de la gente del Meridional, así como tantos que hicieron pedidos similares.
Ichinén los detuvo a todos y respondió que todo hombre, incluso alguien así, tenía derecho a expresarse. Algo se olía, una trampa seguramente, pero quería saber que tramaban.
-Vengo con una propuesta de mi señor Rokuten para el soberano de Azalays y líder de este ejército.-
Ichinén tuvo que frenar y dar órdenes a varios soldados para que Magnus o algún otro no quisiera ahorcar a Devadatta allí mismo. Mucho daño había causado ese hombre. 
-No creo que tengamos muchos deseos de escuchar lo que propone el rey demonio del sexto cielo.-replicó Ichinén.
-Al contrario, creo que esto le interesará mucho a todos. Vengo con una propuesta de paz.-

5/31/2024

80-El portal del destino

La visión de las líneas enemigas era desconsoladora. Una interminable línea de seres demoniacos en todo el terreno que se veía delante. Ichinén organizó al ejército de la mejor forma que pudo. Los guerreros de Astur estarían del flanco izquierdo, mientras que los del meridional entrarían por la derecha, en el centro los de Mitjaval y Caerleon, ya casi un reino unificado, sumados a los de Gaia. Algunos otros que no provenían de esos reinos junto con el grueso de Azalays iba a ser la segunda oleada que atacaría por el centro, detrás de Ichinén. El ejército del rey demonio lo conformaban nagas, demonios en sombra, algunos orcos y hombres corrompidos; todos esclavos de la Oscuridad Fundamental. A espaldas de ellos, se encontraba a lo lejos la costa. Todos los batallones demoniacos estaban en arco frente al portal, el que Teban aseguraba que conducía a Kosen Rufu.
La estrategia no daba mucho lugar a la creatividad, pero el terreno les podía ser propicio, ellos iban en declive y el enemigo estaba en terreno bajo, pese a ser más numerosos. Ichinén creía que podía lograr un hueco en esas líneas y sobrepasarlos, sospechaba de un punto débil en esa formación. Podía ser solo una percepción que resultara errónea, pero creía que si traspasaba ese sector del ejército enemigo, el paso al portal quedaría libre. 
-Estamos a un paso de viajar fuera de este continente, un lugar donde estos demonios no pueden seguirnos. Por eso, están tan desesperados por evitar que alcancemos el portal. No nos dejemos arrebatar nuestro futuro, peleemos y venzamos a estas horrendas criaturas. Por nuestra victoria futura, por Kosen Rufu!-
La arenga de Ichinén motivó el clamor de todos los que lo escucharon. Algunos que no llegaban a oír, se les transmitió el mensaje mediante los que estaban delante. El umbral a Kosen Rufu era muy grande, una arcada cerca de la playa, donde parecía simplemente una formación rocosa sin más. Todas las esperanzas estaban en esa formación rocosa. Teban le comentó a Ichinén, mientras este distribuía órdenes. 
-Con seguridad, ese es el portal a Kosen Rufu, y es estable. Podemos hacer pasar a todos por allí.-
El guerrero asintió sin agregar nada más. Lo que le ocupaba la mente era pasar los diez ejércitos del rey demonio. 
El duque de Barberis dirigía un batallón, mientras que Ichinén otro, que irían a la primera carga. El meridional lo comandaba Magnus, uno de los caudillos que había unido esas tierras sin rey o señor. Los de Gaia tenían a una de las princesas dirigiendo a su ejército. Johan permanecía detrás, tratando de presenciar todo desde una roca alta y así poder escribir la crónica de la leyenda de Ichinén. Malcom iría con Ichinén, Victoria guiaría al contingente de Azalays, que aún no se había formado con el resto.
Elintari se acercó a Ichinén y lo besó con pasión.
-Si hemos de morir hoy, no voy a irme con arrepentimientos de no haber hecho algo.-expresó la elfa con total simpleza.
Ichinén no dijo nada, pero sentimientos encontrados lo golpeaban. Más allá de su posición, Victoria lo observaba, aunque no estaba seguro si había presenciado toda la secuencia.
Ya todo estaba dispuesto, el rey de Azalays con la armadura puesta, montado a un caballo, desenvainó su espada, Daimoku.
-Ataquen!!!-fue la simple orden de Ichinén.
La carga fue vertiginosa, aunque los demonios estaban esperándola. El combate fue encarnizado, muros de escudos y espadas chocando. Los demonios parecían ceder terreno, pero al momento se plantaban en el lugar y no cedían. 
El punto débil que Ichinén había evaluado, no parecía que fuera a ceder, el duque estaba temiendo haber evaluado mal el panorama y que aquello fuera solo una percepción errada. 
En su palacio, el rey demonio del sexto cielo observaba la escena de la batalla, exultante por el resultado. Veía los esfuerzos de esos mortales que se le atrevían a plantar cara, jactándose de como de fútiles eran esos intentos, así lo comentaba con Devadatta.
-Ves lo que sucede cuando los humanos se enfrenten a una fuerza que no pueden superar?-
-Lo veo, milord. Ichinén sabe que ese portal lo lleva a su destino ansiado.-acotó Devadatta, con cierta obsecuencia.
-Así es, cree que llegara.-se mofó Rokuten, riéndose luego sonoramente.-Es más, cree que puede pasar sobre mis diez ejércitos.-
-Es osado, debo reconocérselo.-comentó el hombre.
-Insolente arrogante. Debería saber cuál es su lugar.-replicó el rey demonio, apretando un puño como si aplastara imaginariamente al enemigo.-Pero no te preocupes, voy a darle una lección que lo escarmentará.-
El gesto de intriga de Devadatta, dio pie a que Rokuten se explayara en toda su jactanciosa retórica.
-Hay un punto que parece más débil en las líneas de uno de los ejércitos, voy a dejar que sobrepasen ese sector en las líneas y cuando crea que puede llegar hasta el portal, le van a caer encima con todas las fuerzas de las que dispongo.-
Ambos rieron como si aquello fuera un chiste mortal. Para el ejército que combatía, aquello era demasiado serio y nada gracioso.
El hueco no cedía y aunque Ichinén daba mandobles para todos lados, veía que la marea demoniaca no retrocedía y el avance se veía cortado. Malcom a su costado derecho, lanzaba algo con fuego que no podía ver bien, pero poco importaba, el efecto era notorio y mortal. El ala de Victoria intentó avanzar, pero no pudo hacerlo demasiado ya que el frente que Ichinén empujaba no se amilanaba. Los de Gaía parecía que no estaban presentes, aunque luchaban con denuedo. Desde la visión del centro, los flancos eran algo que podía estar sucediendo en otro mundo, si era el caso. En el medio, nada se podía ver de lo que ocurría al otro extremo del campo de batalla. Los del Meridional luchaban con fiereza y decapitando demonios como si hubiera temporada de cacería demoniaca. En un momento dado, por orden de Rokuten, los demonios abrieron una brecha en las filas para que los humanos pasaran. 
-Ichinén! Hay un paso, debemos presionar más.-
El guerrero evaluó la situación con velocidad. Si, parecía que habían abierto camino, o era un señuelo.-
-Es una trampa!-Vociferó Malcom en mitad de un lanzamiento.
-O es una chance de abrirnos un sendero al portal.-replicó Ichinén, consciente del riesgo que esa movida implicaba.-A mi! Ataquen este sector! Quien pueda llegar al portal, que no se detenga!-
Por más de un momento, varios minutos quizás, pareció que el ejército estaba ganando terreno. Los demonios retrocedían, aguijoneados por las espadas de sus adversarios. Los rostros de los de Mitjaval resplandecían de esperanza, cuando un destacamento de nagas se les vino encima por un costado y varias sombras demonios le cayeron de sorpresa. El caos fue total y las espadas se lanzaron con desconcierto. Ichinén aferró la empuñadura con más firmeza y continuó dando fintas a cada enemigo que se le cruzaba. Un gigantesco monstruo golpeó el costado de su caballo y lo hizo caer. Rodó al suelo y se levantó enseguida, ayudado por una mano que no logró identificar. Sabía que si permanecía un solo segundo en el suelo, era un cadáver asegurado. Las fuerzas de Rokuten los tenían encerrados y ya no los dejaban pasar. Viéndose acorralados, empujaron hacia adelante, pero sin lograr mucho. Varios soldados cayeron a su costado y el duque de Barberis fue herido mortalmente, justo delante de Ichinén. El duque y rey de Azalays, fue a asistirlo.
-Nos están ganando, Majestad.-se lamentó el duque, era la primera vez que Ichinén recordaba que lo llamaba por su rango.-Ya no podré seguir, mi señor.-
Ichinén contuvo las lágrimas, ya que la pelea no terminaba aun. Intentó frenar a los demonios que se le venían encima y sacar al duque de allí, yendo hacia donde estaban los de Azalays. 
-Déjame aquí, Ichinén. No queda nada que hacer por mí.-le pidió el otro duque, aferrando su hombro.-Solo te pido que cuides de mi pequeña, que la lleves a Kosen Rufu.-
-Lo juro.-le gritó Ichinén por encima del bullicio de la batalla.
Con las últimas fuerzas, las que solo un moribundo consigue juntar, el duque de Barberis se lanzó contra un demonio que se acercaba. Tanto el horrendo ser, como el duque lo fulminó, quedaron allí sobre el campo. Ichinén arengó a las tropas a seguir, sin tregua ni cuartel, sin parar. Victoria ya se acercaba a su batallón, que estaba siendo diezmado. Elintari se llevaba por delante a más de un demonio, cuando miró a Ichinén. Los demonios como si fueran uno, se replegaban aunque no totalmente. Más bien, retrocedían un poco y mantenían posición.
Un ensordecedor estruendo se sintió no muy lejos, los que estaban con Ichinén, creyeron que iban a quedar sordos. El mundo pareció congelarse en ese momento. El portal había estallado, lo habían explotado con alguno dispositivo o magia, eso ya no importaba. Los que no estaban combatiendo tan en el frente, se quedaron congelados. Los que seguían combatiendo, solo pudieron apretar los dientes y seguir, la razón para luchar había desaparecido. Ichinén contempló como el perfil rocoso del portal se deshacía, así como las esperanzas de llegar a Kosen Rufu. Por un segundo, no supo que hacer y la desesperación estuvo por ganarle.
-Mantengan posición! Muro de escudos! Sobre la derecha! Flanco izquierdo! Avance al centro!-
El avance hacia el portal los había introducido demasiado en las líneas enemigas, ahora se encontraban rodeados. Los de Mitjaval se estaban llevando la peor parte, ya que se mantenían muy cerca del portal, ahora desaparecido. Malcom le gritó a Ichinén que veía movimiento más allá. Magnus estaba llegando a su posición, había conseguido sobrepasar a los demonios de su sector del campo de batalla. El del meridional señalaba a algo más allá de donde estaba el destruido umbral, gritando algo que no lograban escuchar.
Por la costa, estaba descendiendo un nutrido ejército que venía de allende el mar. El ejército de Mitjaval fue el primero en dar la voz de alarma.
-Velas negras, velas negras!-

4/30/2024

79-El cónclave

Era un cálido día de otoño en Mitjaval y nadie podía creer que su mundo se podía terminar en menos tiempo del que podía cocinar una comida para dos. Ichinén y Victoria se mantenían en el campamento de observación. 
-Es un ejército formado por los demonios y algunos capturados por la oscuridad fundamental.-comentó ella, con gran pesar.
-Hombres de Desertus, orcos del archipiélago; ya dejaron de ser quienes eran. Ahora son esclavos de Rokuten.-sentenció el guerrero, apretando ligeramente los puños.
El ejército del rey demonio se había asomado al horizonte, los de la avanzadilla los venían siguiendo. 
-¿Por qué se detuvieron?-interrogó para si, Ichinén, con evidente desconfianza de que algo no cerraba.
Habían avanzado hasta entrar en Mitjaval y en vez de seguir al noreste a Anthurium, estaban torciendo el camino hacia el sur. Como si se dirigieran a Azalays. De momento, los demonios estaban estacionados en un campo, no se movían, habían acampado y no parecían con apuro en moverse.
Al regresar al castillo de Anthurium, el salón del trono fue un hervidero. Se llamó a un conclave de todo el continente. Ya había presencia de casi todos los reinos del continente. Los de Astur habían sido los últimos llegados. Johan fue el encargado de transcribir el llamado a unirse a esa reunión y despachar las misivas a todos los rincones del continente. 
El salón del trono fue el sitio elegido, mientras Ichinén escuchaba las novedades de los vigías del ejército enemigo, lores y ladys de todas las regiones llegados estaban debatiendo. A esto se sumaban los que estaban llegando sobre esa hora, aun después del avistamiento de Ichinén y Victoria. Muchos no entendían del todo lo que ocurría, arribaban con la historia ya empezado. Dos damas nobles del norte, del reino de Gaia, en constante guerra civil trataban de resolver su disputa particular. Malcolm fue quien les informó que aquello trascendía las pequeñas rencillas que tenían entre sí. Valdemar dio un informe de las provisiones que estaban acopiando y como se estaban distribuyendo. Ichinén estaba al mando, aunque el hecho de que solo fuera el rey de Azalays, hacía que muchas veces se chocara con negativas de las personas de otros reinos. Aquello se evidenció cuando se desató un álgido debate sobre la estrategia a seguir. Entre las opciones de acción estaba el atacar a los demonios.
-Son demasiados en el ejército del rey demonio, no estamos en la mejor de las posiciones, ni siquiera si tuviéramos una fuerza organizada formalmente.-manifestó Elintari.
Ichinén se mantenía en silencio, mientras el duque de Barberis se enervaba en contra de Magnus, el representante de las tierras del Meridional. Pese a ser de un pueblo guerrero, este último aconsejaba prudencia, en tanto el de MItjaval era proclive a la acción bélica directa. Ichinén sabía que por más que discutieran, había un problema mayor de fondo. Rokuten estaba determinado a destruir el continente y esclavizar a todos. No había chance de quedarse y vivir en paz. El rey demonio quería a todos como sus vasallos sin mente. El salón parecía cada vez más
Teban entró como todo gato entra en una habitación, con la elegancia y parsimonia que lo caracteriza. Lo hizo como si no hubiera un hervidero de gente discutiendo.
-Los demonios estaban detenidos, se están movilizando ahora mismo.-le comentó el felino a Ichinén.
El hombre lo miró como si no creyera la mala nueva, pero era lo que estaba esperando con reticencia. 
-Existe un portal al sur, cerca de la frontera con Azalays, por ello es que están en camino. Lo piensan destruir, y creo que conduce a Kosen Rufu. Por eso estaban esperando y no se movían, querían tener la información precisa seguramente.-
-¿Como se informan los demonios de los portales?-
-Tienen una infame raza de seres que nos disputa el acceso a los umbrales, a nosotros los felinos.-
-¿Quiénes?-
-Mejor te cuento luego.-
La sorpresa shockeó al guerrero, pero se mantuvo unos segundos controlando el asombro. No todos eran partidarios de la idea de dejar el continente, el mundo en si. Así fue como Ichinén, que se había mantenido en silencio mayormente durante el debate, hizo callar a todos y les informó de las noticias traídas por Teban.
Esto solo trajo una discusión más encarnizada.
-Que nos importa una tierra que no sabemos donde queda, ni como llegar. No conocemos a la tal Victoria.-
Y argumentos similares se dejaron escuchar. El problema fue hacerles ver que los demonios no solo tomarían todo el continente, sino que al ir hacia ese portal, les estaba planeando cortar cualquier vía de escape. 
-Nos quedamos a seguir discutiendo o vamos a movernos?-Inquirió Ichinén a viva voz.-Si lo destruyen, dará lo mismo que debatamos quedarnos o irnos. De pararles los pies, al menos vamos a tener la posibilidad de irnos o quedarnos, según lo que se decida.-
Con la chance de luego decidir el camino definitivo, la mayoría aceptó partir en columnas para luchar contra el enemigo. Ordenar un ejército tan ecléctico y dispar fue todo un problema aparte. Elintari se notó preocupada por el estado físico del rey de Azalays. Ichinén le afirmó que estaba bien, aunque ni él mismo se lo creía. 
La marcha de las columnas fueron lentas, costaba organizar tanta gente que respondía a tantas costumbres distintas. Pese a esas dificultades, Ichinén los fue llevando. La supervivencia y el triunfo de su gente eran un aliciente que encolumnaba a todos bajo una misma bandera. La de la humanidad. El enemigo no iba mucho más rápido, pero aun así, les costó darles alcance.
Para cuando llegaron a lo alto de una colina, encontraron el portal, era la entrada a una caverna que se encontraba en las cercanías a la costa de la bahía de Mitjaval, entre las penínsulas de Azalays y Galja. El enemigo ya estaba allí, Elintari tragó saliva. Los enemigos los superaban 3 a 1.
 

3/31/2024

78-La saga por Johan Sebastian

Extraído de las crónicas relatadas por Johan Sebastian

Ichinén se había encerrado a meditar en su carpa y a planificar los pasos a seguir, pero casi nunca salía y parecía que no lo haría nunca. Dos semanas pasaron, donde se lo vio poco, mientras en el campamento seguían llegando las noticias del avance del ejercito del marqués, el usurpador de Mitjaval. Algunos mensajeros salieron del campamento, pero no los vi ir y venir, como es habitual en un ejército que se prepara para la guerra. Y eso que estaba todo el día en las cercanías de la carpa de Ichinén. Eso si, el rey había ordenado antes de su encierro, a todos los generales y lugartenientes, que realizaran ejercicios y maniobras. Y aunque el campamento parecía un lugar de mucha actividad, el rey Ichinén no parecía especialmente activo o preocupado por movilizar las tropas. El ejército enemigo se encontraba del otro lado de los montes que dividen Azalays de Mitjaval, los Alequianos. La única ocasión en la que salió Ichinén de su carpa, fue para ordenar que prepararan los barcos necesarios en el puerto, con la idea de cruzar la bahía a Galja y por ese lado llegar al centro del continente.
-Me parece la peor idea, Galja está infestada de demonios y criaturas peores.-se le oyó decir al duque de Barberis.
No obstante, el noble no se lo guardó y fue a presentar la objeción al rey Ichinén. Al parecer, el debate no terminó bien, ya que se lo vio salir al duque como una tromba en dirección a las montañas, orientado para Mitjaval. Algunos dijeron que el rey descubrió una traición, otros que solo se pasó de bando luego de discutir con Ichinén, con quien nunca se había llevado bien. Un grupo de orcos, llegó a parlamentar con Ichinén, luego de eso, fue una de las pocas ocasiones en que pude hablar con él.
-Les dije que cruzaríamos por el sur, atravesando la bahía.-
Lo que hasta ese momento me había parecido una locura o una insensatez por parte del líder, iluminó mi mente de repente. Sabiendo que los orcos lo traicionarían, Ichinén les daba informes falsos sobre sus próximos movimientos. Y así también supe de algunos espías que tenía dentro del reino de Mitjaval, unos que andaban en cuatro patas y tenían bigotes. Además, supe por el propio soberano que los mensajeros que no eran felinos, los entrevistaba de noche, razón por la cual vi muy pocos.
Las artimañas funcionaron bien, los informes que el marqués recibió sobre la llegada desde Galja lo hicieron estar más orientado al sur y en la frontera equivocada. Los orcos obviamente nos traicionaron y entregaron los informes falsos al enemigo. Al cruzar la cordillera por el lado norte, el rey Ichinén tomó los territorios por sorpresa y se dirigió rápidamente a la capital de Mitjaval, Anthurium. La primera batalla, casi una escaramuza, terminó con el repliegue del enemigo, debido a lo reducido y desorganizado de las fuerzas del marqués. Dicen que el señor de Alstroemeria estuvo anonadado, varios minutos y tardó en reaccionar. No entendía como ese joven duque del reino sureño lo había embaucado. Eso se conoció de aquí en más, como la batalla de Lacianata, por la región fronteriza donde se libró. 
El duque de Barberis había reclutado algunos nobles de Mitjaval en secreto, varios de los que no estaban contentos con lo que el marqués estaba haciendo en el reino, aun sin ser rey. Estos se dieron vuelta en la batalla de la Alta Barberis, también llamada así por la región donde sucedió, camino de Anthurium. Los refuerzos que trajo el marqués no solo le resultaron insuficientes, sino que muchos no aparecieron. El pretendiente al trono comprendió las ausencias, al ver nobles de Mitjaval, en el bando de Ichinén, pergeñado todo por el duque de Barberis. La discusión había existido, pero como luego pude enterarme, el rey le contó al duque todo el plan. Ir por el lado contrario adonde anunciaba y fingir una riña con el duque, cuya enemistad era conocida. De esta forma, se convirtió en el espía perfecto y reclutador ideal para torcer las opiniones de los indecisos. Esa acción evitó mucha pérdida de vidas, además de ganar la batalla. La última batalla, la de Anthurium, lleva el nombre por la capital del reino y fue donde el marqués se replegó con todas las fuerzas. Ichinén lo estaba persiguiendo y el usurpador pretendía refugiarse en la ciudad y soportar el asedio. La marquesa Eve, quien había huido de su nefasto marido gracias a Ichinén, me dio su parecer de esas circunstancias. Esto solo haría sufrir a la población nativa, que tendría que mantener el nivel ostentoso de vida que llevaba el marqués. Mientras el asedio continuara, el marqués viviría muy tranquilo, exprimiendo al pueblo llano de la ciudad. Se llevó una desagradable sorpresa, cuando encontró las puertas cerradas a cal y canto. Un ejército del norte, proveniente del reino separatista de Caerleon, había invadido la ciudad de Anthurium, casi sin ninguna resistencia, o más bien nula. Ya que el marqués solo se había preocupado por el rey de Azalays, no había tomado en cuenta que la duquesa de Althaea se encaminó a tomar la poca defendida urbe. ¿Y como se había enterado que había poca o ninguna defensa en ese lugar? No lo sabía. Se enteró al movilizarse y entrar a la ciudad. Un mensaje enviado por Ichinén le solicitaba que lo asistiera en la guerra.
-“Si le cortamos el camino al usurpador en la capital, podremos terminar con esto, con la menor cantidad de sangre derramada. Espero que me ayude a traer la paz a este continente.”-
Ximene de la Cross, la dama blanca; había liderado el contingente que se había hecho con el control de la capital. La misiva fue entregada por Teban, en uno de los pocos portales activos que pudo encontrar para ir a un lugar tan lejos. El felino se quejó que no estaba tan cerca de Caerleon donde apareció y que debió caminar mucho más. Algunos dicen que fueron solo unas cuadras.
El marqués pensaba hacer pelear hasta el último de sus hombres. Tal vez, hasta que no le quedara otra que rendirse. La aparición de los dos dragones, Byakko y Seiryu, hizo que sus hombres dejaran las armas y ellos mismos lo entregaran. Desde entonces, Ichinén usa el estandarte de los dos dragones, uno celeste sobre blanco y en la otra mitad, un dragón blanco sobre celeste. Aunque Seiryu es de un azul más oscuro, Ichinén me lo explicó en un aparte, muy luego de la batalla. Esos colores también eran en homenaje al general que había conocido en otro mundo, quien le había enseñado muchas de las tácticas que había utilizado en esta guerra. 
La procesión triunfante fue vitoreada al entrar a la capital. Ichinén fue aclamado por todos, como el triunfador, algunos ya lo llamaban el rey de Mitjaval o de todo el continente. A lo que siempre respondía que no deseaba otra corona. La celebración de la paz y la victoria duró dos días. Al segundo, llegó un mensajero alarmado.
-Monstruos! Vienen unos seres monstruosos. Desde el oeste, se encamina un ejército diabólico hacia aquí.-
Esto hizo saltar a todos de sus lugares, aun los que se encontraban de pie. El rey de Azalays, lanzó un clamor.
-No pierdan la cabeza, ya todos saben lo que deben hacer.-
Esas palabras tranquilizaron a la gran mayoría, con la que había planificado de antemano. Y los recién llegados al bando de Ichinén, se tranquilizaron al ver el aplomo y la valentía que inspiraba el rey. El único que no parecía tranquilo era el propio Ichinén, quien inmediatamente, puso manos a la obra.

2/29/2024

77-El tercer sufrimiento

Ichinén salió al exterior y el espíritu de sus padres flotó hasta alejarse por el aire. Afuera del portal que lo traía del infierno lo esperaban sus más allegados compañeros. Elintari lloraba de pena, Victoria la observaba de costado. Teban fue el primero en acercarse apenas el guerrero atravesó el portal desde el infierno. La salida, el felino la había encontrado en una localización no muy lejana a donde estaba el Kaikan, el castillo de Menkalinam.
-Aceptaste el destino fatídico al que te acorraló el rey demonio.-comentó el gato con cierto pesar.
-Si, amigo. No nos preocupemos por eso ahora. Ya lo resolveré con el tiempo.-respondió Ichinén, no tan convencido como quería hacer creer a todos.
La trampa mortal que le había tendido Rokuten, era algo para preocuparse. Aunque el guerrero prefería no pensar aún, o se volvería loco. Llegado el momento lidiarían con eso. Entre la comitiva que lo recibió encontró muchos rostros nuevos, gente de diversas partes del reino. Y para su sorpresa, alguien de otro mundo. Entre la multitud que lo recibió, estaba Valdemar, el que había oficiado de médico o fisiatra como se hacía llamar, en la corte de Innocenza. Una de las reinas que amó y que fue asesinada por Rokuten. Siempre el rey demonio destruyendo su vida.
-Valdemar. Como…?-
-No eres el único con recursos para viajar entre mundos. Es algo simple y lógico, una que se conoce la metodología.-respondió el hombre con suficiencia.
Muchos otros se preocuparon por como estaba Ichinén, Victoria entre todos.
-Cuando saltaste… pensé que estabas suicidándote…-la expresión parecía que estaba por descomponerse, pero se contuvo.
El duque de Menkalinam cambió el tema de conversación y se concentró en como alimentar y organizar a tanta gente que se iba sumando al ejército. Bien sabía lo que deparaba el futuro gracias a Rokuten, pero prefería no pensarlo. De hecho, no tuvo muchas posibilidades para hacerlo, ya que estaban llegando noticias de la recepción de su proclama y como el marqués de Alstroemeria intentaba difamar a Ichinén, haciendo que mucha gente no quisiera leer la proclama ni se uniera a la causa por una salida del continente. 
-Es un ser perverso, prefiere que mueran todos antes que dejar de ser el centro del poder.-le había comentado Malcolm en su carpa privada, un poco más tarde.
-Llamen a Eve, la mujer del marqués, algo debe saber que podamos usar como ventaja. Es hora de poner fin a un problema que deseaba evitar. Pero hay cosas que no se deben evitar si se quiere lograr el objetivo final.-
Así fue como, pese a que el dolor por la artimaña del rey demonio, todos se abocaron a ir a desbancar al marqués de Alstroemeria. El campamento de Azalays fue un hervidero, el administrar y delegar tareas fue el primer desafío que debió enfrentar como soberano de la corona de Azalays. 
Por las noches, Ichinén se dedicaba a pasear y hacer una inspección ligera de todo el lugar. Una de estas, se halló alejado del centro del campamento, sentado sobre una loma que podía vislumbrarse parte del horizonte. Valdemar lo encontró allí, para llevarle los resultados de unos exámenes que le había practicado.
-Lo que sospechaba, tu paso por el infierno te cobró algo de salud y estimo que esa energía de la que hablaba el rey demonio… digamos que te va drenando fuerzas.-le informó el físico con algunos sentimientos encontrados.
-O sea, el rey demonio me enfermó, y eso acelerará mi muerte. Lo cual, es lo que finalmente desea.-
Valdemar asintió pero no dijo nada. Ichinén solo miró a lo lejos y comenzó a hablar como si el tema hubiera sido ese desde un primer momento y no su condición física.
-Pasando esa montaña allá lejos, se libró una batalla contra los demonios, durante el cataclismo. La victoria estaba predicha, todos creían que yo era la gran esperanza. Dos de mis hermanos murieron en esa contienda. No solo la profecía no fue cierta, sino que nos condujo a la desgracia. Mi padre siempre creyó en cuentos que me hacían ver como un gran héroe. De niño, quería complacerlo, de adolescente, intenté estar a la altura. Ese día…-
Por unos segundos, guardó silencio y Valdemar intervino.
-Sé que no fue tu culpa la muerte de Innocenza, aunque me duele y eso no me hace apreciarte más. Pero el responsable fue el rey demonio, fue quien blandió la espada.-
Ichinén asintió y terminó la frase que había dejado en el aire.
-Ese día caí a la realidad.-finalizó, enmudeciendo por un largo rato.-Hemos perdido tanto, que ya no merecemos seguir así. El rey demonio nos arrebata el mundo y nos escapamos. Manipula a títeres como el marqués y resistimos. Estoy cansado. La línea debe ser trazada aquí. No sé si la profecía es cierta, pero pienso dejar mi vida en llevar a Victoria a su hogar y a todos los que quieran vivir en Kosen Rufu. Aunque en eso me vaya la vida. Y que mi alma se la quede Rokuten! Moriré sonriendo sabiendo que le gané esa pulseada.-
-Va a torturar a tu alma toda la eternidad, si lo que me dijiste es correcto.-
-Sonreiré con gusto, ante cada tortura, sabiendo que los demás están a salvo y eso, es algo que siempre le va a molestar. Que de las cenizas de la derrota, haya extraído una gloriosa victoria.-
Al decir esto, se levantó y se dirigió al centro del campamento, donde encontró al duque de Barberis, Johan y Elintari conversando. 
-Que se levante el campamento, partimos en cuanto estén todos listos. Vamos a Anthurium, la capital de Mitjaval.-
-¿A enfrentar al marqués?-inquirió la dama elfa.
-Si, es hora de solucionar el problema de raíz. No podremos salvar a nadie, mientras haya una quinta columna que lo estorba todo.-
Todos se lanzaron a trajinar para moverse, dando órdenes y empaquetar los bártulos.
-Se acabó el campamento, comenzó la guerra.-escuchó Valdemar que musitaba Ichinén, no sin cierta desilusión.

1/31/2024

76-Una deuda de gratitud

Luego de ese encuentro tan extraño, el guerrero siguió su búsqueda personal por el infierno. Encontrar a sus padres era algo fundamental, pero sin un parámetro para localizarlos, aquello se tornaría particularmente difícil. El aire viciado y contaminado de ese lugar ya lo iba afectando, el frío se hacía más cruento por momentos. Ichinén creía que aquello sería el fin de su existencia, aunque le parecía una culminación un poco ilógica, tomando en cuenta las molestias que el Rey Demonio se había tomado solamente para hacerlo ir hasta allí. Casi como si fuera una respuesta a este pensamiento, el citado ser, hizo acto de presencia en algún punto del camino. 
-Ya que no vas a encontrarlos sin ayuda, vine a prestar mi asistencia.-le expuso Rokuten, sin siquiera saludar.
La primera reacción del duque de Menkalinam fue ponerse en alerta, ante la expresión afable del Rey Demonio se aflojó. 
-Si hubiera querido hacerte daño, ya estarías aplastado como un insecto. Que es lo que eres. He venido a ayudarte, -
Ichinén torció un gesto como dudando de esa aseveración tan poco confiable de ayuda no solicitada.
-Me pregunto cuanto me va a costar.-ironizó ante el demonio.
-No, mi intención de desafío fue solo lograr que encontraras a tus progenitores. No soy tu enemigo.-
Ichinén hubiera saltado encima del demonio recordando la muerte sin sentido de su amada, Innocenza. Así se lo expresó el guerrero, pero el demonio permaneció en esa actitud afable como si no tuviera rencillas con la humanidad o solo deseara el bien del ser humano que tenía delante.
-Sabrás que atacarme en mi propio lugar de dominio es una insensatez, como sabrás que podría incinerarte donde estás. Pero eso no tiene gracia. Voy a lograr que sufras, cuando veas a tus padres. Tenés un grave problema mental, Ichinén. Crees que esa tierra que te han prometido existe. Y puedo asegurarte que no es así. No hay esperanza para ustedes, los humanos nacieron para ser esclavos. Mis esclavos.-
-Ya veremos que existe y que no.-
-Tu libertad sí que no existe. Y cuando descubras eso, estarás más tranquilo.-
-Prefiero la intranquilidad de la libertad.-replicó Ichinén, siguiendo su andar, como ignorando al demonio.
Vio pocas almas rondando, nada de círculos o estructuras similares, solo un páramo desierto y helado. El infierno del sufrimiento incesante. Solitario, frío y doloroso. Hubiera deseado con todo su ser, una fogata donde templarse un poco. Rokuten siguió incordiando al guerrero con sus comentarios y acotaciones. Ichinén intentó ignorarlo, no lográndolo por completo. Su objetivo era más importante que lo dicho por el demonio.
-Más adelante de esa loma pequeña se encuentra una hondonada donde podrás encontrar a tus padres. Aunque puede que no te gusta lo que halles en ese lugar.-expresó el Rey Demonio del sexto cielo, señalando con su dedo puntiagudo.
Aunque desconfió en un primer momento, el camino lo llevó en esa dirección y efectivamente, encontró la hondonada. Allí, estaban atrapados por ilusiones, los progenitores de Ichinén. El duque y la duquesa anterior de Menkalinam, permanecían allí, enredados en la fantasía y el dolor de las falacias del infierno. 
Ichinén se lanzó a la hondonada y tres sombras con forma monstruosa quisieron detenerlo o salirle al paso. Sin dudarlo, enarboló a su espada Daimoku y los disipó como si fueran humo.
Rokuten a todo esto, parecía disfrutar con el espectáculo. Comía un fruto de un árbol seco cercano, que parecía en mal estado, pero era devorado como si fuera un manjar.
El guerrero arrebató la esencia vital de sus padres de ese pozo de sufrimiento y se los llevó uno de cada brazo.
-Ichinén, Ichinén, por aquí.-escuchó maullar el guerrero.
Y así fue como poco más lejos, vio un portal en medio del desértico paisaje, como si no perteneciera a ese lugar. Del otro lado del portal, podía ver a Teban acompañado por otros de sus compañeros. Malcom, Victoria, Johan; otros tantos más.
-Convoqué ese portal para que puedas regresar a tu hogar y en el proceso liberar a tus padres.-le explicó Rokuten, lo que hizo desconfiar aún más a Ichinén.
-No cruces por aquí.-lo instó su compañero felino.-Algo raro y maligno hay en ese portal.-
El Rey Demonio del sexto cielo soltó una retahíla de sonoras carcajadas, confirmando lo que el guerrero temía. Había una trampa en todo eso.
-Voy a llevarme a mis padres, no vas a impedírmelo.-
Eso hizo reír aún más a Rokuten.
-Nunca fue mi intención detenerte de hacerlo, solo deseaba que vinieras aquí. Ese portal si tiene algo especial, deja una marca kármica en tu esencia. Tus padres serán liberados al atravesar al mundo material, ya que no tienen forma corpórea en ese mundo. Pero eso hará que tu esencia quede marcado para volver al portal. Cuando mueras, tu esencia regresará por él. Vendrás al infierno, a mis dominios, para ser mi diversión eternamente. Y tengo muchas divertidas torturas preparadas para practicar en ti. O también puede dejar a tus padres y volver sin nada a tu mundo.-
Ichinén bajó el rostro, estaba en la trampa que Rokuten le había cerrado en poco más de dos movimientos, sin que casi la viera venir. 
-Siempre voy a estar por encima de tu nivel, Ichinén.-
La expresión de Victoria era de profundo pesar. Teban en su clásico gesto gatuno, también parecía apesadumbrado. Todos le hacían señas al guerrero que no cruzara.
-No hay otro portal, puedo decírtelo con seguridad.-aseveró el gato.
El guerrero miró a sus padres, pero los espíritus no estaban en el plano de la conciencia, por lo que no podía responder. La duda que planteaba Rokuten era simple, dejar a sus padres y salvar su espíritu. O llevarlos a un mejor plano y condenar su esencia vital a retornar al infierno cuando sea que termine su existencia. Para Ichinén, no había duda alguna. Ya estaba decidido de antemano, no le temblaba el pulso en eso.
-Ya me preocuparé cuando muera, por ahora, ese puente no lo tengo que cruzar.-y al decir esto, dio un paso al frente.
Al atravesar el portal todos exclamaron alarmados, queriendo evitar que hiciera aquello. Pero el guerrero ya había determinado su objetivo. El Rey Demonio se largó a reír nuevamente, sabiendo que había triunfado. El alma de Ichinén le pertenecería, llegado el momento.