6/06/2011

14-La animalidad.

La posada se encontraba en un lugar recóndito, extraño para tales menesteres. A Ichinén no le pareció desfavorable aquello. Tal vez, peculiar, pero no algo negativo. Estaba necesitando hacer un alto en el camino. Ya era de noche, y el lugar parecía, desde afuera, rebosar de actividad. Música y voces se oían en el interior. El guerrero empujó la puerta con poca dificultad. No llegó a leer el cartel que colgaba de un costado del local, aunque seguramente, el nombre del establecimiento no venía al caso para él. La gran mayoría de los clientes se giró a ver quien entraba. Ichinén olió una atmósfera extraña allí, pero no pensaba retroceder. El posadero se encontraba al final de la barra, con cierta mirada torva, mirando como el guerrero se aproximaba.
-Buenas tardes.-saludó Ichinén.
-Buenas noches, querrá decir, aquí no atendemos si no oscureció aún.
-Como desee.-concedió el guerrero.-Quisiera algo para comer y beber, y una habitación, si tiene.-
Escuchó ligeros murmullos luego de decir eso. El posadero se sonrió sardónicamente.
-Aquí no tenemos habitaciones, nuestra gente no la necesita. Solo estamos en este lugar para pasar el rato. Muchos cuentan su vida…-
Una voz profunda interrumpió la alocución del posadero.
-Por lo menos, sírvele algo de comer, se lo merece luego de todo lo que ha pasado.-
Ichinén se giró lentamente y observó hacia el que había hablado. Solo vio ocho figuras en una gran mesa, salón de por medio. Una de ellas terminaba de hacer un gesto, aparentemente, era quien había censurado al dependiente del lugar. En la penumbra no distinguió más que figuras ataviadas con ropajes ampulosos encapuchados, los cuales dificultaban cualquier identificación.
-Se lo agradezco, aunque no estoy seguro de que sepa por cuanto haya yo pasado.-acotó el guerrero con una inclinación de su cabeza.
Esa voz profunda, ahora algo más sibilante, se sintió de nuevo.
-Ichinén es tu nombre, así como Daimoku el de tu espada.-
El guerrero acercó su mano a la mencionada espada, algo en ese hombre lo inquietaba.
El bullicio había disminuido hasta un nivel apenas perceptible.
-Ya que conoce mi nombre, podría decirme el suyo, señor.-
-Acercate Ichinén, Rokuten ha hablado mucho de vos, si que has inquietado al viejo rey demonio.-
La mención de tan nefasto personaje, hizo que todos los músculos del guerrero se tensaran. Apretó los nudillos sobre el pomo de la espada, presto a desenvainarla.
-No te alteres, Ichinén.-lo freno el misterioso personaje.-No soy tu enemigo, no por ahora.-
Una seña del hombre encapuchado a uno de sus compañeros y este se levantó para acercar una novena silla a la mesa en que se encontraban.
-Ven a tomarte tu trago con nosotros. Entre reyes nos entenderemos.-
El posadero apoyo una jarra sobre la barra.
-No soy un rey.-respondió Ichinén con simpleza.
-No por ahora, no en este mundo.-
Palabras intrigantes, no eran del agrado del guerrero, acercarse sin meditar no parecía lo más sensato. Ocho contra uno, se antojaba riesgoso, pero por otro lado, en ese lugar parecía dudoso que fueran a organizar una lucha sin más ni más.
Ichinén tomó su jarra y se dirigió a la mesa.
-¿Estoy hablando con algún demonio servidor de Rokuten?-
-Oh no. No somos demonios.-respondió el encapuchado.-Aunque también somos reyes como Dai Rokuten No Mao, el rey demonio del sexto cielo.-
-Bastante bien lo conozco a él y a sus lacayos.-replicó Ichinén, que con una mirada inquisitiva se hizo comprender.
El encapuchado dio un ligero respingo y se sintió aludido.
-Ah, mi nombre es Shakataura, también me conocen como Sdagara.-
Al decir esto se echó atrás la capucha, sus ojos rasgados fueron lo primero que llamó la atención de Ichinén. Eran como los de un reptil. La luz mortecina los hacía escalofriantes, pero no aparentaba ser una amenaza inmediata.
-Mis compañeros y yo somos los Hachi Dairyuo.-continuó Shakataura.
-Ustedes no son hombres.-agregó el guerrero, sabiendo que era algo sobreentendido.
-Somos los ocho grandes reyes dragones, provenientes de las cataratas de Amagoi.-
Ichinén había oído de tierras lejanas, menciones de estos seres. No eran tan viles como los demonios que había enfrentado en el pasado, pero tampoco eran los mejores compañeros de copas.
-No nos interesa ser tus enemigos, aunque no descarto que nos encontremos en bandos opuestos. Tenemos más en común con los demonios que con ustedes los mortales.-
Ichinén bebió un trago largo antes de responder. El ruido de la posada había vuelto a la normalidad.
-Pero escuchó hablar de mí y me encontró en este lugar.-
-No creas tanto que tu fama te precede, no por ahora al menos. Es solo que Rokuten me habló de vos y me sentí intrigado. Como pronto te darás cuenta, estás en un foco de animalidad. Es por eso que esto entra dentro de nuestro dominio.-
El guerrero no supo que contestar ante eso. Los reyes dragones permanecían impasibles en el interior de sus capuchas, solo relucían sus ojos reptilineos, excepto a Shakataura que estaba al descubierto.
-Saliste del infierno, luego en el desierto pasaste por el dominio del hambre. Ahora este es nuestro reino. Donde yo soy el Estado. Todavía faltan algunos otros.-
-No es mi intención molestar a nadie.-
Shakataura hizo un gesto como restándole importancia a cualquier molestia que le podría ocasionar Ichinén.
-Mi hija Ryunyo, también tuvo que decir al respecto. Ella se convirtió en discípula de uno de los tres grandes maestros. Del primero exactamente.-explicó el rey dragón.
Ichinén asintió, aunque no entendía que relación guardaba eso con él.
-Y esa debe ser tu misión ahora. Buscar al primero de los tres grandes maestros.-
-Es que ya tengo una misión actualmente.-
-Si, ya sabemos de tu búsqueda de Kosen Rufu. Es por eso que mi hija me pidió que te encontrara. Ella vive allí hoy en día. Lo hago como un único favor para ella.-
-No comprende que debe hacer. No sabe quien es.-comentó uno de los otros desde la oscuridad de su traje, la misma voz profunda, pero distinta.
-Por eso mi hija me pidió esto, Ryujin. Para que Ichinén entendiera.-
-¿Qué debo entender para llegar a Kosen Rufu?-
-Que no lo lograrás sin antes encontrar a los tres grandes maestros, aprender de ellos y vivir muchas otras experiencias. Verás, a Kosen Rufu no llegarás por tierra, ni atravesando el mar, ni surcando el aire. No está en este mundo y a la vez lo está.-
-Encontrando a los tres maestros… ¿Sabré como llegar?-
El rey dragón a la izquierda de Shakataura soltó una carcajada, que incomodó a Ichinén.
-No te ofendas por la risa de Yamata-no-orochi, mi colega te considera muy ingenuo como para comprender las implicancias de quien eres.-
-No sabe quien es, como dijo Ryujin.-acotó el de la derecha de Shakataura.
-Kiyo tiene razón en esto, se nota a muchas leguas que no sabés quien sos.-
-Soy Ichinén.-
-Eso es solo una palabra. Pero, ¿Qué significa? Para comprender quien sos, debés sabe de donde vienes, adonde vas y en que lugar estás.-
A Ichinén todo eso le sonaba a puro palabrerío.
-Actualmente estoy en su estado, como bien dijo.-respondió el guerrero.
-Y todavía te queda mucho para llegar al décimo, donde encontrarás al primer maestro. Pero no sabés que lugar es este exactamente, donde estás sentado.-
Ichinén se encogió de hombros y el rey dragón sonrió.
-Esta es la posada de los muertos.-

2 comentarios:

Allan Barquero dijo...

¡Que buena historia! Estoy hambriento de más... jeje

Ichinén dijo...

Gracias, Allan. Estoy tratando de seguirla.