3/28/2023

74-Donde se extienden las sombras...

Desde la oscuridad surgieron unos tentáculos que los hicieron caer violentamente hacia atrás. Victoria rodó por el suelo pedregoso y el guerrero Ichinén resbaló en un declive de esas ruinas. 

-Ichinén, el inútil, siempre una molestia.-se escuchó como susurro en las sombras, en un tono sibilante.

El mencionado intentó escrutar la oscuridad que lo rodeaba, desenvainando su espada al mismo tiempo. Daimoku rozó el aire y se escuchó Nam Myoho Rengue Kyo reverberar por el ambiente.

Un tentáculo aferró el pie del guerrero y lo terminó de hacer tambalear, cayendo de espaldas. Otras dos de las extremidades monstruosas lo maniataron, exprimiendo como si quisiera sacarle el aire. 

-El arrogante guerrero, que no sirvió para pelear. Inútil como siempre.-agregó el monstruo aun en sombras.

Ichinén golpeó con la espalda, como pudo y logró que el monstruo soltara un poco la presa. 

-No sé quien sos, monstruo.-le espetó el duque y ahora rey.-Antes de calificarme, deberías conocerme.-

Dos tentáculos más lo aferraron en los brazos y antes que él pudiera hacer algo, la aberración dejó las sombras. Mostrando un gran rostro deforme con dientes como espadas y unas fauces inmensas que parecían tragarse todo.

-Te conozco muy bien, Ichinén. Más que nadie en el mundo.-

Victoria intentó un ataque con su espada, pero dos extremidades monstruosas la apartaron como si fuera una mosca. El monstruo no permitiría ser interrumpido.

-Ichinén, el nombre que ese monje te dio. Cuando tenías otro nombre, mucho más acorde a tu persona.-

El duque de Menkalinam, ahora rey de Azaláys también; no entendía a que venía toda esa alocución.

-Yo te puse el nombre de Angwesen, para que venga un inmundo monje extranjero y te lo cambien, avalado por el idiota de tu padre.-

Ichinén, ahogándose por el miembro del monstruo que ahora lo aferraba por el pecho, intentó balbucear.

-¿Madre?-

Victoria que se estaba por lanzar al ataque, espada en mano, se quedó dura del asombro.

-¿Eso es tu madre?-inquirió dubitativa la princesa.

-No, no puede ser…-negó el guerrero.

-Si, nunca te preocupaste porque pasó con toda tu familia con el cataclismo, con el Gran Caos que destruyó el continente. Solo te sentiste derrotado en la gran batalla y te fuiste como un perro con el rabo entre las piernas.-le recriminó su madre, con el monstruoso tono de serpiente.

-Nunca hiciste nada bien, ni siquiera pelear en la única batalla que se te pidió ganar. No servís para nada, inútil como tu padre también.-

-No… no fue así…-

Ahogándose el guerrero se vio arrastrado por el suelo. Una luz mortecina surgió del fondo de la hondonada, del sitio desde donde había surgido la monstruosidad. Era un pasaje al infierno del sufrimiento incesante.

-El parecido es asombroso.-exclamó Victoria, mientras cortaba el tentáculo de un solo tajo.-Ah, por cierto, estaba siendo irónica.-

La madre monstruo gritó de dolor, de forma desgarradora.

-¿Quién es la furcia esta? ¿Una nueva amante del momento?-

-Ni loca me agencio una suegra como esta. Que esa boca deforme se te haga un lado.-retrucó Victoria.

Otra extremidad monstruosa golpeó a la princesa y la lanzó hacia atrás. 

-Ya la voy a alejar como a todas las otras que la precedieron. Inútil como todo lo que haces, vergüenza de hijo que no sabe elegir con quien hacer pareja. Ni para eso servís, Ichinén.-

Ichinén se plantó entre la princesa y la aberración, espada en mano.

-No la metas en esto, es conmigo tu problema.-

Unos tentáculos quisieron aferrarlo pero el guerrero los frenó con Daimoku. 

-Deberías morir, como un inútil.-acotó el monstruo.

-No le creas, Ichinén. Esa cosa no es tu madre.-

Un nuevo tentáculo fue cortado por Ichinén, usando a Daimoku. El monstruo gimió mientras se debatieron en unos cuantos golpes más, la lucha duró un poco, con algunos comentarios hirientes de parte de esa aberración.

El guerrero plantó bien sus pies y pegó un salto. Clavando su espada en un costado del cráneo de esa aberración.

-Yo no soy un inútil y tú no eres mi madre, demonio lacayo de Rokuten.-le espetó mientras quitaba la espada de la herida.

Una risa que le resultó familiar, resonó por la caverna. Era una ilusión de desaliento, parte de los diez ejércitos del rey demonio del sexto cielo. 

-Claro que no, Ichinén. Tu madre no estaba aquí, sino en el infierno del sufrimiento incesante, junto con tu padre.-informó Rokuten desde el pozo al final de la barranca de ruinas.

-Es mentira, Ichinén. Es una trampa para que vayas.-le gritó Victoria, mientras trataba de protegerse del furioso viento que surgió del pozo. 

-Claro que es una trampa. Te pongo en una elección imposible. O vienes al infierno para que te matemos o dejas sufrir a tus padres. Tu decisión, Ichinén.-

El guerrero apretó los dientes y unas lágrimas de frustración quisieron asomar pero las contuvo. Recordó quien era y su nombre, dado por el venerable Nichiren. Recordando su encuentro con el daishonin en su mundo, le vino por un segundo una enseñanza que le había dicho. La segunda de las cuatro, era con los padres. 

-La persona que practica el Sutra del loto está saldando la deuda de gratitud contraída con sus padres.-

Ichinén supo en ese momento que no había otra elección. No escuchó las suplicas que gritaba Victoria por detrás, no vio llegar a su compañero Teban en ese preciso momento a las ruinas. No pensó que Rokuten le estaba abriendo una puerta al infierno del sufrimiento incesante. Simplemente se lanzó al pozo rezumante de dolor y padecimiento, que hacía de portal hacia el infierno. 

Ichinén, el guerrero, duque de Menkalinam, recién coronado como rey de Azaláys, discípulo del Daishonin; se lanzó al interior del infierno.


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