7/28/2016

35-Disparo en la oscuridad.

Un lugar de muerte. Un campo de matanza. El lugar donde menos querría estar nadie, el sitio de donde más desea salir Teban, el gato guía de Ichinén. El guerrero en el cuerpo de mujer se arrastra como puede, ayudado por Anne. La jovencita duda en ese instante de su cordura, un gato que habla, el intento de escape del campo donde ha muerto su madre. Está sopesando seriamente la teoría que se ha vuelto completamente loca del dolor de perder a su madre. Intentan salir de la barraca que se utilizaba como enfermería, esquivan una vigilante por el pasillo, esperan escondidas. La salida al aire libre no estuvo exenta de temor y peligro. Más de una médica guardiana o una de las vigilantes casi los descubre en su vía hacia la libertad. En el exterior, la libertad era aún una ilusión. Anne no podía creer lo que la mujer le explicaba, decía que en realidad era un hombre y que iban a cruzar una puerta a otro mundo, que llegarían a la luna. Eso era más y más raro a medida que se iba informando más. Ni el cuento de hadas más fantástico que ella hubiera leído contenía tantos extraños elementos.
-Teban, donde está el portal?-inquirió Ichinén al felino.
-Cerca del extremo norte del campo, aunque no tan al límite debemos caminar un buen trecho aun, resiste Ichinén.-
A modo de respuesta, lanzó un resoplido doloroso.
-Si nos encuentran, nos fusilarán sin más.-acotó la chica, temblando con solo pensar en eso.
No sabía que tan proféticas eran sus palabras, ya que una figura corpulenta los estaba observando al salir. Weiss le hizo una seña a Flusskraft, siguiendo al peculiar trío. Ichinén seguía rengueando y arrastrando los pies, pero avanzaba todo lo rápido que podía.
-Con suerte, saldremos de este mundo antes que sepan que dejamos ese galpón siquiera.-comentó Ichinén, conteniendo un acceso de tos.-Como cruzaremos tres por el portal?-
Ella se refería al hecho de que Teban podía abrir una puerta para él mismo y otro, pero no para dos. Limitaciones físicas de viajar entre los mundos, cada universo tiene sus leyes físicas.
-Tengo un colega local, un gato negro y vagabundo, que nos ayudará a cruzar a todos. Nos veremos cerca del portal.-
-Como sabe cuando nos encontraremos? Le has avisado ya?-preguntó Anne, tratando de seguir cierta lógica en lo que considerado producto de sus delirios.
-Ya le avisé, Anne. Sabe que estamos en camino.-respondió el gato, mientras seguía caminando displicentemente.
-No te escuché maullar.-afirmó la joven.
El felino se giró un momento y la miró de hito en hito.
-Los gatos no maullamos para comunicarnos entre nosotros, muy rara vez lo hacemos. El maullido es para comunicarse con los humanos. Tu me entiendes aun cuando no maúllo, pero hay humanos que no comprenden ni aun cuando les maullamos a los gritos. Afortunados son que no les estamos anunciando el fin del mundo, sino se enterarían el día siguiente a la destrucción total.-
Anne hizo apenas un gesto, sin comprender muy bien el carácter del gato. Ninguno de ellos notó las dos siluetas que los seguían. El camino se estrechó entre unos depósitos con techo bajo, Teban los urgió a apurar el paso pero Ichinén apenas podía dar más de un paso cada dos segundos. Los azotes aun se sentían en carne viva, demasiado recientes. 
-El portal está aquí cerca, lo siento.-informó el gato.
Una sombra cruzó el suelo delante de ellos, al principio, solo Teban pudo identificarlo.
-Herman, bienvenido compañero. Me alegra que hayas podido llegar.-
El gato negro como la noche que los rodeaba se acercó.
-No podrían salir todos de aquí, sin mi ayuda, pero apuremos el asunto. Prefiero estar lo menos posible en este sitio. Me da mala espina y hay mucho más para cazar fuera de este lugar lúgubre.-dijo el compañero felino.
-Iremos a abrir el portal mientras ustedes llegan, podremos adelantar algo.-
Anne intentaba seguir ayudando a Ichinén a moverse despacio, para evitar más el dolor; cuando sintió el frío cañón de un arma en su cabeza.
-Caminen hasta esa pared. ¿Intentaban acaso escapar? ¿Creían poder llegar muy lejos?-se escuchó la voz cascada de la sargento Weiss, la otra guardiana también tenía su arma desenfundada apuntándoles. 
Ichinén se quejó de bronca y dolor.
-Vamos a ejecutarlos contra esta pared. Te parece, Flusskraft?-
-Diremos que las descubrimos intentando llegar a la valla, nos felicitarán.-
-Con sus  cuerpos como prueba, la directora estará complacida con que hayamos castigado a esta insolente que la enfrentó.-
Teban y Herman, el gato negro; miraban toda la escena agazapados en el suelo. La noche los ocultaba, pero poco les llamaba la atención dos pequeños animales, los cuales siempre rondan por el campo. Ichinén miró a Teban y le meneó la cabeza para indicarle que no se dejara ver. Otra figura oscura felina se acercaba a los otros dos gatos, era oscura y algo más pequeña, no pudo distinguirla bien. Tampoco pudo seguir pensando en ello, ya que la pared estaba a su lado, o mejor dicho, los habían acercado a ella a punta de pistola.
-Algunas últimas palabras, inmundicias?-preguntó Weiss.
Ichinén se incorporó todo lo que pudo, soportando el dolor. Anne lloraba de miedo e impotencia, ocultó el rostro contra el pecho de Ichinén.
-Nada que decir para satisfacer tu morbosidad, asesina. Ante la muerte sobran las palabras.-le espetó Ichinén, esperando la muerte con toda la entereza de la que podía echar mano.
Tragó saliva y desvió la mirada adonde estaban los felinos. Ahora distinguía tres pares de orejas en las sombras, como si fueran los testigos del acto de ejecución. El tercer par le era familiar. Por un segundo, creyó que la imaginación le estaba jugando una mala pasada. En tanto, Weiss y Flusskraft, un poco más atrás, levantaban sus armas apuntándoles. Ichinén volvió a mirar a sus compañeros de cuatro patas y bigotes. Parecía... ¿Dulce? Pero no podía ser, se decía, es la adrenalina de estar a punto de ser fusilado. Anne se apretó más contra ella y soltó un quejido lloroso. Ichinén miró a la rellena mujer a los ojos. En un instante, todo cambió. Mucho pasó en ese segundo. Flusskraft y Weiss se preparaban a disparar, luego maullaron los tres gatos en un coro quejoso y por último Flusskraft fue la que disparó. Pero no sobre Ichinén, sino que se giró y lo hizo sobre Weiss. La corpulenta soldado cayó casi de inmediato al suelo, sin comprender que había pasado. Otra que tampoco entendió nada fue Ichinén, sensación conocida desde que había pasado toda la última semana como mujer.
-Vamos Ichinén, tenemos que salir de acá como pájaros. El disparo habrá alertado a todo los guardias de este campo y del vecino también.-lo urgió Flusskraft.
Ambas se observaron, pero Ichinén no caía en la realidad. Anne aun se aferraba al costado de la otra, aterrorizada de la vigilante nazi que les tendía la mano y les pedía que la acompañaran.
-Ichinén, reacciona por todos los hados.-le gritó Dulce desde el suelo.
La gata se había acercado a los trotes apenas había sonado el disparo. Herman y Teban la seguían detrás. 
Ichinén miró a la gata y luego a la sargento Flusskraft.
-¿Victoria? ¿Qué estás haciendo acá?-
-Cubriendote las espaldas, como las dos últimas veces que recuerdo. Interesante, pero no alentador, descubrir quien soy en este mundo.-
Victoria, en este mundo Victoria Flusskraft para ser más exactos, se pasó el brazo de Ichinén por los hombros y lo llevó hacia donde estaba el portal. Los tres gatos ya se habían puesto en línea y estaba abriendo el lugar para que pasaran. Gritos lejanos se escucharon y luces se vieron, surcando la quietud de la noche.
-Todo el endiablado campo debe venir a ver que pasa.-se quejo Victoria.
Anne entendía menos que quince minutos atrás, ahora una guardiana del campo los estaba ayudando. Aquello le aseguraba completamente que estaba loca de remate, como una cabra. En especial al ver, como de la puerta vacía de un galpón a medio derrumbar y sin techo, comenzaba a brotar una luminiscencia. Esa luz se volvió más nítida y formas comenzaron a distinguirse.
-Rápido, rápido.-urgió Victoria a los tres felinos.
-Querés abrir el portal por tu propia mano? Entonces, dejanos trabajar.-le respondió Teban, no sin estar ciertamente ofendido, al mejor estilo gatuno.
Las botas de las soldados se sintieron pisotear todo el campo, parecía el sonido de una estampida de animales, que lo era de alguna manera. Las armas eran amartilladas o cargadas al trote apurado. La alarma comenzó a sonar. Desde el campo masculino, algunos hombres fueron a vigilar también. Pero al llegar al sitio, solo encontraron un galpón a oscuras, medio derruido, el cadáver de la sargento Weiss un poco más lejos y un gato completamente negro como la noche, el cual miraba a todos como si no entendiera que estaban haciendo. El felino se lamía la pata mientras los soldados miraban en derredor y paseaban investigando los alrededores. Cuando consideró que ya era hora de seguir su camino, se levantó y se fue andando muy orondo. Irma Grese tuvo un arranque de ira ante la desaparición de dos reclusas, una en especial, la que se había rebelado a sus mandatos. La desaparición de la sargento Flusskraft fue el mayor misterio en el campo de Bergen Belsen. Aunque mucho tiempo no tuvieron para pensar en ello. Alrededor de un mes de esa extraña fuga, el campo fue liberado por los soviéticos y algunos efectivos ingleses de la división blindada. Irma Grese y otros tantos directivos del campo fueron arrestados y juzgados por delitos en contra de la humanidad. Frau Grese, apodada la bella bestia, ángel de la muerte o la cancerbera; fue condenada a la horca el 13 de diciembre de ese año. Todas sus atrocidades salieron a la luz. Desde violaciones a las reclusas, torturas y sadismo desmedido. Incluso para lo esperado en una guardiana del campo de concentración. Cerca de cuarenta mil personas fueron liberadas de ese campo de exterminio, mucho más de esa cifra se cree que fue el total de prisioneros asesinados. Entre los que no se encontró el cuerpo, estaba Anne Frank, algunos testimonios daban como cierta muerte debido al tifus. Se encontraron tantos cuerpos y en tales estados deplorables, que la identificación completa y certera se volvió dificultosa. Ningún registro queda de cierta prisionera que era acompañada por un gato, o de que hubiera ayudado a Anne Frank a escapar. Pocos recuerdan a la tal sargento Victoria Flusskraft, se cree que fue uno de los tantos soldados fugados que lograron huir cambiando de identidad con algún fallecido. Existió una teoría muy difundida, que ella y otros se habían escapado a algún lugar frío en el sur de América. La guerra terminó unos cuantos meses después de la fecha de liberación en Berger Belsen. Herman el gato, vivió sus días tranquilamente en los alrededores, siendo alimentado por soldados primero y otros lugareños después, hasta que murió de viejo en algún día de mediados del 52. 
Para Ichinén y compañía, la aventura continuaba en la Luna. Las heridas desaparecieron del otro lado, pero el dolor quedó aun como reminiscencia por un tiempo. Ichinén volvió a ser hombre y Anne comprendió finalmente que no estaba loca y delirando. Tan solo hay más cosas en el universo de las que podemos llegar a comprender. Gatten los recibió a través del portal y pudieron descansar un tiempo. La misión estaba cumplida. Los nuevos desafíos esperaban, pronto.