9/20/2004

11-El opuesto.

Pasado el tiempo, Ichinén continuó su camino por el desierto, siendo incordiado por Rokuten de mil formas distintas. El corazón del guerrero era atacado por todos los flancos. Bajando por entre unas piedras se le rompió una bota. El dolor que le causaba caminar, el pisar sobre la arena ardiente, le hacia oír la risa del demonio del sexto cielo. También tuvo otra perdida, tiempo después, la ultima ración de comida le fue robada por una alimaña. Y ahora como sigo? Se pregunto el. Pese a eso, siguió.
-Si esto es lo mejor que podes mandarme Rokuten, estas muy lejos siquiera de hacerme algo, ni hablemos de vencerme.-desafió el guerrero.
Pero Rokuten continuo atacándolo con pequeñas cosas, podría matarlo si así lo deseaba, pero debía quebrarlo primero. No volvía a encontrar agua, y mucho menos comida. Ichinén se dominaba para no dejarse vencer y sucumbir al delirio. Todo lo que había ido dejando por el camino, incluso quizás parte de el mismo, seguramente de su fortaleza; sentía que lo dejaba vacío y sin razón de existir.
Caminando, con las pocas fuerzas que le quedaban, vio venir una silueta hacia el. A medida que se le fue acercando descubrió que era un reflejo de si mismo, un doble. En principio, lo creyó una alucinación.
-Quien sos? Una treta de Rokuten?-pregunto el, tomando la empuñadura de su espada.
El otro hizo lo mismo, como si fuera un espejo.
-Soy vos, o mejor dicho, tu opuesto.-respondió el idéntico.
-Vos no podes ser yo.-
-Soy el opuesto que abandonaste en el fondo del infierno, soy tu lado oscuro, tu negatividad.-
-Yo soy Ichinén, no tengo negatividad.-
-Soy como Rokuten, la negatividad inherente.-
-Yo no soy como el.-
-Yo soy como el, soy el opuesto, el Ichinén negativo.-
-No puede existir un Ichinén negativo.-replico el guerrero, chocando espadas con su doble.-Cuando yo decido hacer algo, lo hago. La negatividad es la que te impide decidir, la que te genera dudas.-
-También existe la que decide que no lograras algo, la parte que ya anticipa el fracaso de antemano. Ese es el Ichinén negativo. Y es el que te dice en tu corazón que no saldrás del desierto si no te aceptas como sos, aun a mi.-
-Mentira!!!!-
Con furia el guerrero peleo contra su doble, pero irónica y obviamente, aquello era como pelear con el reflejo de uno en un espejo. Ambos hacían los mismos movimientos, atacaban y defendían por el mismo lado. Viendo que nada conseguiría, Ichinén bajó la espada.
-Es verdad.-dijo el guerrero y se abrazó con su otro yo.
El otro se fundió con el y el guerrero acepto su lado oscuro. Después de todo, uno siempre lidia con su lado oscuro.

9/16/2004

10-El hambre

El desierto era todo desolación. Ichinén caminaba por la arena con paso resuelto pero el cansancio hacia mella en el. Momento a momento luchaba por seguir adelante. Extrañaba un buen plato de comida, cosas que antes no había tomado tan en cuenta. Pero la sed era quizás lo mas difícil de sobrellevar. El guerrero se sentía solo y con cada vez menos esperanza. Con el correr de los días, las pocas provisiones que tenía se le iban agotando. No encontraba agua por ningún lado, para empeorar su situación. El desierto parecía interminable, unas pocas raíces y minúsculos insectos eran su única forma de subsistencia. Debido al calor, la falta de líquido y la vana esperanza, Rokuten se vislumbraba por momentos, El demonio aparecía como una alucinación para forzarlo a rendirse. Las necesidades que paso no se pueden evaluar de forma clara, cualquier apreciación quedaría corta.
En un momento cayo de rodillas, agotado de cansancio, sin aire y con una sed profunda. Pero lo que lo estaba venciendo era el hambre. No el hambre de comida solamente, era algo mas profundo. Un ansia que surgía de su interior. Era el hambre, el ansia, en todos sus sentidos. Necesidad de comer, de beber, de socializar y estar con alguien. En algún lugar del reino de los 33 deseos, Rokuten reía de gozo ante el dilema del guerrero. Ichinén aparto todo eso de su mente y su corazón, sabia que el demonio solo lo hacia para apartarlo de su objetivo. Otro mal se cernía sobre Ichinén, estando solo y con mucho tiempo libre, pensaba. Pensaba tanto que se sentía mareado en ocasiones. Enigmas aun sin resolver. Que era ese Mandala que había mencionado Rokuten? Como era que lo había protegido? Por que todas las veces, Rokuten la tenia contra el? Por que se veía a si mismo tan similar a Rokuten? Donde estaban todas las deidades que no lo ayudaban? Llegado a este punto, Ichinén se detuvo. Recordó palabras del viejo: "Por que debo estar siempre asistiéndote? Querés que haga las cosas por vos? No te parece que esa sobreprotección te impediría crecer?"
El guerrero medito sobre ello, no había recordado eso ya que en su momento no lo había entendido. Ahora si comprendía bien, tenía que ejercer su autonomía. Volvió a caminar, y por días siguió su andar. Muerto de sed, ya en el borde del delirio, clamo al viejo.
-Esto no me corresponde a mí, hago todo lo que esta en mi mano. Solo dame un camino y lo seguiré. Pero el que ya tengo delante mío, no puedo seguirlo así o moriré de sed. Tengo que encontrar agua para salir de este desierto y llegar a Kosen Rufu!-
La amonestación de Ichinén tuvo como respuesta una voz susurrante que parecía de mujer.
-Esta buscando en el lugar equivocado. Cave bajo sus pies, y allí encontrara un manantial.-
Ichinén desenvaino a Daimoku y usándola como pala, hizo un pozo en la arena. Donde antes habían estado sus pies, encontró arena húmeda, a centímetros debajo de la superficie. Eso era un claro signo que allí había agua, pero aun le faltaba llegar a ella. Con más fuerza y rapidez, siguió agrandando el pozo, del cual broto agua en borbotones. Un pozo bastante grande, lleno de agua muy clara se aparecía ante el. Hundió la cabeza en el sitio del agua y se sacio la sed que llevaba. Cargo su odre y lavo sus ropas. Luego se baño el mismo, descanso hasta la noche. En su reino, Rokuten no se mostraba muy contento por lo ocurrido.
-No importa Ichinén, aun te falta la mitad del camino.-se contento el demonio.
En el desierto, Ichinén reemprendía resuelto su camino hacia afuera del desierto.
-Gracias por mostrarme la puerta, ahora soy yo el que debe cruzarla.-
El guerrero camino sin dudar, aun le faltaba un mes y medio mas, en ese inmenso desierto del hambre.

9-Tenyi-Ma

El demonio del sexto cielo había encontrado a Ichinén en el desierto, en la noche más oscura. Alegando muchas cosas que el guerrero desconocía, incluso que habían tenido un encuentro previo a ese.
-Que?-se pregunto Ichinén.
-Ja, el infierno fue mucho para vos, no recordás nada de ello.-se mofo Rokuten.
Ichinén busco en sus recuerdos, pero el trauma ocasionado era grave. De pronto, lo vio, Rokuten frente a el como ahora. "Tu vida ha sido así y siempre será así. Por que no morís y te evitas mas sufrimientos?", le había dicho el demonio tendiéndole un arma. Ichinén había declinado la oferta y apartado la mano del demonio.
Ichinén volvió al momento actual y se puso firme ante el demonio al que enfrentaba.
-Ya antes te enfrente, lo haré de nuevo.-
-No tenés lo que hace falta, yo soy la oscuridad fundamental. Soy el caos del universo, el lado oscuro, la negatividad en si misma, soy Rokuten.-
El viento se desato en el desierto, subiendo en ferocidad. Ichinén clavo su espada en el suelo y se aferro a ella, para evitar que se lo llevaran los vientos. Rokuten se mantenía en su lugar, esperando. Al ver que el guerrero resistía, freno el aire y acrecentó la fogata hacia el guerrero. Como por reflejo, Ichinén sujeto la espada por delante, como si fuera un escudo. Aun sin saber si eso resultaría efectivo contra las llamas.
Delante del guerrero se formo un rectángulo de luz con ciertas inscripciones que lograba ver bien, pero de alguna manera las entendía.
-Trajiste el mandala.-musito Rokuten.
-El mandala?-se pregunto a su vez el guerrero.
-No ha aparecido hasta ahora...-al decir esto, Rokuten se detuvo turbado.-Ya dije demasiado.-
-Voy a vencerte, Rokuten.-
-No podes vencerme, Ichinén. Nosotros la matamos en vida, la vencimos y capturamos. Hubieras ido al infierno por ella y eso fue lo que ocurrió. Fue muy fácil, te trajimos con nosotros. Aunque encontraste "la" espada, no te servirá.-
Partes de lo que decía Rokuten, que Ichinén no recordaba, iban volviendo a su memoria. El amor perdido, el infierno que no había visto, recordó mucho aun sabiendo que no era todo. Quizás ninguna mente podría soportar ver todo eso, pero si el corazón. La leyenda no relata mucho de todo eso, en algunos relatos existen menciones esporádicas. Ichinén se dedico a sentir con todo su corazón, para repeler el embate del demonio. El guerrero bajo la espada y hablo al demonio.
-Gracias Rokuten.-
-Gracias? Por que me das las gracias? Voy a destruirte y me das las gracias?-
-Me hiciste recordar, aunque eso duele, pero ahora estoy mas completo que antes.-
Rokuten demostró toda su furia, haciendo que cayeran rayos desde el cielo.
-No debías tener esa espada, nunca debiste encontrarla y usarla.-rugió Rokuten.
El viento, la lluvia, piedras de los cielos, el demonio lanzo todo contra el guerrero. Pero con la espada en la mano y la ayuda del misterioso mandala, lograba resistir. Según la leyenda, la batalla duro por el resto de la noche, varias horas. La estrategia de Rokuten se centro en separar al guerrero de su espada, específicamente.
El guerrero voló por el aire y perdió el equilibrio, soltando la espada sin querer. Rokuten detuvo sus ataques al ver que había logrado su objetivo.
-Ja ja, te engañe con esta mísera forma mortal. Sabes tan poco de nosotros. No sabias que puedo adoptar muchas formas?-
Ichinén busco su espada, se la había sacado el demonio, ayudado por la tormenta.
-Que es un guerrero sin espada?-
Ichinén domino su impulso de perder el control. Simplemente sintió en su corazón, que su espada Daimoku y el eran uno. Debía encontrarla, estaba en algún lugar. No podía ocurrir que la perdiera o se la quitaran, no era factible. Rokuten se acerco, burlándose. Ichinén cerro los ojos y tomo la espada de la misma vaina de siempre. Sin pensarlo, solo sintiendo que estaba allí. Y Daimoku "siempre" estuvo ahí. Por ello no era posible que la espada dejara al guerrero.
La desenvaino y clavo en el pecho de Rokuten, el demonio rugió de un dolor indecible. Su forma empezó a deshacerse, la cabeza se le partió en siete pedazos. Con el poco poder que le quedaba llevo a Ichinén al medio del desierto y lo dejo allí, abandonado a su suerte.
-Y ahora que, Ichinén? Estas en el medio del desierto, morirás antes cruzarlo. Y crees que me venciste? Esto no ha terminado, recién empieza.-
Ya amanecía, Ichinén hablo al aire y la arena, que era lo único que había allí del espíritu de Rokuten en su forma más etérea.
-Gracias de nuevo Rokuten, tenia que atravesar el desierto igualmente, aunque yo hubiera elegido otra ruta y me hubiera preparado mejor antes de internarme en el.-
El demonio se revolvió de furia ante el atrevimiento del guerrero, pero Ichinén lo decía sinceramente.
-El hambre y la desesperación te van a vencer, Ichinén. Vas a morir, nunca vas a salir, te lo aseguro.-resonó la voz hueca del espíritu de Rokuten.
Todo rastro de la presencia del demonio desapareció. El guerrero recogió sus pocas pertenencias. No tenia muchos alimentos, no tenia agua, no tenia seguridad de salir vivo de eso. Tampoco es que tuviera mucha esperanza, pero tenia toda la decisión. Despacio, cargo todo sobre su espalda y con suma calma, comenzó a andar en pos del horizonte.
-Kosen Rufu, estoy en camino, pero primero este desierto.-se dijo Ichinén.
El guerrero se alejo por detrás de una duna, adelante, siempre adelante.

8-Rokuten

Aun no recuperado del todo de su lucha con los tres demonios, Ichinén siguió su camino. El dolor por la muerte de ese hombre lo acompañaba, así como sus múltiples dudas. Aunque tratara de asimilar ese sufrimiento, había mucho más. Por que los demonios lo trataban con tanta familiaridad? Como es que los había conocido? A quien había matado antes Shi-ma? Como es que los había vencido tan fácil. Ichinén se interno en el desierto, que no hacia mas que acrecentar su soledad y su desasosiego. La culpa lo invadía, en su interior, pugnaba por librarse de ese sentimiento. Además, había tanto que no recordaba de su estadía en el infierno, ni de su pasado. Le habían quitado eso, aunque no entendía porque.
Había encendido una fogata para cocinar y darse calor, de noche hacia mucho frío. Tanto como en el infierno. Por como se sentía, el frío y la soledad, le parecía estar reviviendo su experiencia en el infierno, de una forma mas suavizada. En ese desierto no se veía mas allá del arco de luz que generaba la fogata, oscuro también como aquel lugar al que no deseaba regresar.
En la penumbra, distinguió una sombra, acercándose a el.
-Quien esta ahí?-increpo el guerrero a la oscuridad.
-Soy un viajero con frío, no temas, guerrero.-respondió una voz en las sombras.
-No tengo miedo, solo deseo ver a quien se acerca en las sombras.-replico Ichinén, mas relajado.
El sujeto se asomo a la luz y dejo ver que iba encapuchado.
-Gracias por dejarme compartir el fuego, guerrero.-comento el recién llegado.
Ichinén le indico con un gesto que se sentara.
-Hacia donde va?-inquirió el guerrero.
-Estoy deambulando por ahí. Y vos, guerrero?-
-Busco la tierra de Kosen Rufu.-
-Esa tierra no existe.-
-Me han dicho que si.-
-No creas todo lo que oís.-
-Igualmente, siento que debo buscarla.-
-Por que te sentís afín con algo así? Por que crees que perteneces ahí?-
-Demasiados cuestionamientos para alguien que recién me conoce.-comento Ichinén, clavando sus ojos en el encapuchado.
-Encima que no muestra su rostro y no me dice su nombre.-
-Mi nombre es Rokuten.-respondió el extraño, descubriendo su rostro.
Ichinén estaba inquieto, por un momento pensó que seria algún demonio. Aunque ahora veía que no era así, ese hombre tenia algo que le daba mala espina. La sensación de algo conocido que no recordaba volvía.
-Tampoco yo se tu nombre.-comento Rokuten.
-Ichinén.-respondió el guerrero.
-El mismo Ichinén que lucho con tres demonios hace poco en un pueblo cercano?-
-Como lo sabe?-
-Ya te hiciste cierta fama, no muy buena por cierto, pero te mencionan mucho.-
El guerrero recordó con dolor la muerte del campesino.
-No te da miedo? Los demonios querrán venganza.-
-No le temo ni a las fieras ni a los demonios.-
-No creerás que un mortal común puede enfrentar a todos los demonios?-
-Yo no soy un mortal común, ya antes enfrente a miles de demonios en el infierno.-respondió Ichinén.
-Y crees que esa hará que siempre sea así?-
-No, eso fue solo el principio. La batalla recién ha empezado.-
Por que este hombre insistía en contradecirlo?
-Los demonios son muy peligrosos.-continuo diciendo Rokuten.
-Yo también, tengo a Daimoku, la más poderosa espada jamás conocida. No necesito mas.-respondió el guerrero.
-Y esa espada que tiene de especial?-
-Es la más efectiva contra ellos, los demonios temen a su matadora.-
-Por que?-
Ichinén se sintió mareado, no conocía todo sobre su espada. En su mente recordaba poco sobre el encuentro de ella, solo sabia que se sentía inseparablemente unido a ella.
-Ja ja ja, ni siquiera sabes todo lo que puede hacer tu espada! Crees que eso te salvara?-
-Estoy aprendiendo.-respondió simplemente, dándose cuenta que esa respuesta había sido distinta a las anteriores en una sola cosa.
-Voy a preguntarte algo Rokuten.-sentencio Ichinén.
Rokuten se sorprendió un segundo ante aquella afirmación, más que pedido.
-En todo lo que hemos hablado he dicho "no" en siete ocasiones. Por que?-
-No conozco la respuesta.-
-Esta es tu séptima vez que decís "no". Quien sos?-
-Ya te dije.-
-Y porque Rokuten, negás o contradecís todo lo que digo?-
El hombre bajo la vista y comenzó a reírse.
-Ja ja ja, pensé que me recordarías, Ichinén.-
-Vos sos un demonio.-exclamo el guerrero, desenvainando a Daimoku, a lo que Rokuten se aparto un poco.
-Ni siquiera recordás nuestro primer encuentro y crees que podes vencerme? A mi! Enfrentándome con esa espada.-
-Tenyi Ma.-reconoció el guerrero.
-Ja ja, el otro nombre de Dai Rokuten No Mao, el rey demonio del sexto cielo.-
-Por fin te conozco.-
-Ya nos conocemos, iluso guerrero.-se burlo el demonio.
Hombre y demonio se miraron fijamente midiéndose, en la oscuridad de la noche. Ichinén tenia a su mas grande enemigo enfrente, llenándolo de dudas y enigmas, era su propia negatividad.