4/28/2023

75-Desde este lado del espejo, cara a cara con Ichinén

El infierno no estaba para nada encantador esa noche. Ichinén caminó por el páramo desolador que ya conocía. En el medio de la nada, en esas tierras baldías, encontró una puerta. Ese umbral no llevaba a otro mundo, solo a otro estadío del infierno. El mío particular, donde mi cuerpo estaba allí, al borde de un pantano. Hundiéndome en una fosa lodosa y putrefacta. Sostenido del cuello por un demonio, deseando terminar pronto con el sufrimiento. No iba a rogar, solo me mantenía silencioso, esperando el final. Cuando sentí que el aire y la vida estaban por abandonar mi cuerpo y ya me sentía vencido, el guerrero se manifestó. Allí fue cuando Ichinén apareció en ese lugar amnésico de toda esperanza. El demonio cayó por su espada Daimoku, soltandome en el proceso. Mi cuerpo caía por el lodo, hundiéndome en la podredumbre. Ichinén vio como lentamente iba perdiendome, de a poco. Su mano me tironeó del brazo, que sin fuerzas, simplemente estaba extendido inerte.

-Vamos, voy a sacarte de esto. Hacé fuerza!-

Me negué, lo había reconocido, creyendo que estaba alucinando. Ese rostro estaba en mi mente cada vez que escribía sus aventuras. Al verme a los ojos, él también me reconoció. En su mirada se descubrió su pensamiento. 

-No te rindas! Tirá con fuerza!! Vamos! Voy a sacarte.-

-Dejalo así, Ichinén. Ya no puedo más. Me queda poco de vida. No vale la pena.-

Pero el guerrero no se iba a rendir. Con absoluta necedad, me sacó del fango infernal. Cuando en mi interior, ya no tenía ni ganas ni fuerzas para pelear. 

-Te conozco, yo no sé bien como pero si…-me dijo entre incrédulo y sorprendido.

-Soy aquel que escribe tu historia, soy esa variante que relata lo que vos y otras versiones tuyas viven.-

Ichinén se puso de pie y exclamó no sin ofuscación.

-¿Quiere decir eso que sos el responsable de lo que ha ocurrido en mi vida? ¿Te lo vas inventando sobre la marcha, todo lo trágico que me ha ocurrido?-

Sin levantarme del suelo, le respondí con cansancio.

-A veces creo que solo estoy conectando mi mente con tu mundo y abro una ventana por donde puedo vislumbrar lo que ocurre. Como si me enviaran mensajes sobre lo que sucede allí. Otras simplemente pienso que me lo invento. Y en ocasiones, me da la impresión que es un poco de ambas opciones.-

-Y si en algo estamos conectados… ¿Cómo es que te estás rindiendo? ¿Por qué preferís dejarte morir tan cobardemente?-

Ichinén hablaba con clara indignación. Creí que si solo supiera un poco de lo que me había pasado, no sería tan severo. Le relaté como mi vida se había destruido, como había perdido todo. Había sido vapuleado, acusado falsamente y juzgado sin consideración. Y al único que podía hacer responsable de ello, era a mí mismo.

-Vos sos un héroe, un guerrero. Yo no soy más que un simple ser humano, con sus defectos y errores, ya no me dan más las fuerzas. He hecho cosas que ya no puedo arreglar. No tengo razón para seguir.-

Ichinén me ayudó a levantarme y al mirarme frente a frente, me sacudió de los hombros. 

-¿Sos acaso un hombre o un ratón? Comprendo todo lo que te ha salido mal. Yo también tengo el corazón roto.-

Aquí me recordó la muerte de la reina Innocenza y su muerte tan injusta, le aseguré que no fue invención mía ese asesinato. Aunque en esos momentos, ya dudaba de mi sanidad mental. Seamos sinceros, estaba hablando con el personaje de mis historias, mucha cordura no debía quedarme.

-También lo he perdido todo. Mi familia, mi mundo, la paz. Solo no he perdido la esperanza. La esperanza de que en el futuro nos espera la victoria final, que llegando a Kosen Rufu; todo será mejor y tendrá sentido. Vos también tenés que creer en ello.-

Suspiré con cansancio, no era mi intención contradecirlo y con todo el corazón, deseaba que estuviera en lo cierto. 

-El Daishonin me dijo cuando nos vimos que una espada es inútil en las manos de un cobarde.-continuó diciendo el guerrero.-¿Estás dispuesto a tomar la espada de la ley y luchar por salir de este infierno?-

Al decir esto, me tendió su espada, ofreciéndomela por el mango. La empuñadura con la flor de loto labrada en plateado, el mango con ribetes dorados, con el pomo en el mismo color. Sin convicción o fe, pero con mucha obstinación; tomé a Daimoku por el mango que me era ofrecido. Nam Myoho Rengue Kyo resonó en el infierno. A lo lejos veía muchos demonios que venían en nuestra dirección. Pero una visión me mantenía concentrado en otra cosa.

-Estoy viendo…-comencé a balbucear, vislumbrando lo que deparaba el porvenir.-Veo un futuro posible. Estoy cortando una cinta con tres colores, un corazón sincero y desinteresado que late junto al mío, me veo escribiendo el final de esta historia y muchas cosas más.-

-Eso es excelente, ahora queda en vos, enfrentar lo que debas y hacer que ese futuro posible, se vuelva real.-

En tanto iba diciéndome eso, lo veía desvanecerse. Pero era yo, quien dejaba el infierno del sufrimiento incesante. Quisiera pensar que para nunca más volver, aunque las circunstancias no siempre son fáciles. Ichinén siguió su camino, en busca de sus padres. No fue la última vez que nos vimos, pero eso sería un relato para otro momento. 


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