4/29/2016

32-Shoten Zenjin.

La espadas se entrechocan, los gritos se mezclan con los graznidos, tanto como la sangre se mezcla con el barro. La tierra se vuelve colorada por efecto de la batalla. Los miembros de hombres se siembran sobre el terreno, pero solo darán el fruto amargo del sufrimiento al cosecharlos. El caballo del líder se adelanta por sobre la fila de enemigos y carga con furia. Sus soldados lo vitorean. Es un barbaro, diezmando la ciudad. Ha ocurrido miles de veces, en miles de mundos.
-Viva Ichinén, nos lleva a la victoria.-gritan los salvajes, mientras siguen degollando y mutilando.
Ichinén puede ver la espada, una simple hoja de metal y sin parecido con la suya, lo único que se le ocurre pensar es que esa no es Daimoku. Extrañamente, lo ve todo desde afuera, pero no parece resultarle extraño. Solo cuando ve como la matanza avanza, nota cierta repulsión en su interior. La espada tan conocida no es la que sostiene en la mano, ese bárbaro, ese Ichinén. Ese es él? 
Se agita de costado, palpando desesperado con la mano hasta encontrar la espada a su lado. El sopor del sueño aun lo invade, lo tranquiliza tener a Daimoku y constatar su existencia. Todo había sido solo un sueño. Nada de eso le había sucedido, ni algo por el estilo. Un sueño donde él no tenía la espada de la ley, quizá su mente le estaba diciendo como sería su existencia si no la hubiera encontrado?
-Estabas soñando.-escuchó decir a Victoria.-Alguna pesadilla?-
Aun somnoliento, intentó responder lo más sensatamente posible. Ella estaba de pie a su lado.
-Extraño, pero no se si califica como pesadilla. No era agradable, pero era uno de esos sueños donde te ves a ti mismo de afuera, pero aun así no eres esa persona.-
Se encontraban en las estancias de Gatten, la luna había hecho crecer estructuras en su suelo, para que ellos pudieran tener cobijo. Aunque poco era el viento que surcaba el suelo lunar.
-Me mandaron buscarte para que comas algo antes de saber cual es esa misión tan importante.-
Un fuego había sido preparado en una de las estancias. Comida y bebida había sido servida. Los ventanales del lugar que mostraban el paisaje, se asemejaban a los del barco que se hundía, donde él y Teban habían estado hacía no mucho. Mientras manoteaba algo de comida, recordando otros peligros, Ichinén le preguntó a Victoria:
-En el palacio del Rey Demonio, hablabas entre sueños...-
Se giró para observarla, y descubrió que ella mantenía una expresión grave. Victoria se sentó en un banco junto al fuego, ocultando el rostro, del que brotaban lagrimas silenciosas. Ichinén guardó silencio y se limitó a contemplar los largos mechones de cabello que cubrían el rostro femenino.
-Estaba...-y un nudo le impidió seguir hablando por agónicos segundos.-Estaba soñando con mi destino.-
Ichinén esperó si ella deseaba explicarse mejor, sabiendo que aquello le ocasionaba un gran sufrimiento. 
-Yo soy la reina de Kosen Rufu. Yo soy heredera al trono de ese reino. Esa esa la razón por la que me interesa tu misión.-
Aquella revelación dejó atónito a Ichinén, algo que no es muy fácil de conseguir. Antes que él pudiera balbucear, ella continuó.
-El sueño que vi es lo que sería mi vida, en mi reinado... Si...-se acercó más al fuego, como buscando las palabras en las llamas.-Si no hubiera abandonado todo eso.-
-Como?-musitó Ichinén, tratando de aportar aunque fuera una única palabra.
-Hace mucho tiempo, un oráculo vaticinó que mi destino sería casarme con aquel que fundó nuestra tierra. Yo no deseaba ni casarme con un extraño, por más famoso que fuera, ni menos... con un anciano quizás. En mi mente de niña crecí pensando en esa imagen de estatua, antigua y de marmol que se encuentra en la plaza principal de la ciudad Soka. Persiguiendo otras ilusiones fue como perdí todo. Era mi prisión ese vaticinio. Me enamoré o creí enamorarme de alguien que no era ese destino prefijado y encarcelante. Pero mi "liberador" amado, no fue tal. Todo era una mentira, quizá por acción del mismo Rokuten. Fui engañada, maltratada. Terminé prisionera, presa de mi propia idiotez. Todas mis ilusiones me habían llevado al sufrimiento. Esto me lleva a recordar otra parte de esa profecía. Ese fragmento que todos pasaron por alto, que estaría en cautiverio y solo me liberaría aquel que me trajera esperanza de nuevo a mi corazón. Y con esa persona encontraría de nuevo el camino a Kosen Rufu. La tierra que debía gobernar y que por ilusa perdí. Por eso estoy aquí, ayudandote que encuentres Kosen Rufu. Si tu la encuentras, yo también lo haré.-
Ichinén estaba lleno de preguntas y no sabía cual formular primero de todas.
-Yo te traje esperanza? Pero cuando...?-
-Ichinén.-escuchó decir detrás suyo, la voz de Gatten.
El guerrero se giró y observó a la entidad que representaba a la luna. Cuando volvió su vista para ver a Victoria ella ya salía del cuarto por la entrada contraria.
-Acompañame. Debo prepararte para la misión.-
Viendo que no podría continuar la charla con Victoria, siguió a Gatten a través de varios corredores. Para ser un lugar recientemente creado, era muy completo y elaborado. Entraron en lo que parecía el estudio de un escriba o un notario. Gatten se sentó y le indicó una silla delante a Ichinén.
-Cual es esa misión que debo realizar para ayudarte?-
-No solo es por ayudarme a mi. En realidad, todo tiene que ver con todo. Esta misión te servirá para llegar a Kosen Rufu. Que alcances tu objetivo también nos sirve a nosotros.-
-El grupo al que te referiste? Shoten Zenjin.-
-No diría que somos un grupo. Somos las funciones protectoras del universo. Somos quienes lo hacen andar pero también somos parte del mismo. Protegemos a los devotos de la enseñanza del Loto. El príncipe, y los otros dos maestros que conocerás, son algunos de esos devotos. Nuestro objetivo es proteger Kosen Rufu y por ende, a ti Ichinén.-
-Son como dioses?-
Gatten río como si eso le hiciera gracia.
-No, los dioses son seres como cualquier otro. Poderosos si, pero seres al fin. Están sujetos a leyes físicas y estrictas, a nosotros solo nos afectan en nuestras manifestaciones. Mi manifestación corporal es esta, estoy regida por esas leyes. Siendo la Luna, también. Una función protectora también puede ser una persona, aunque tenga una parte que sea transitoria.-
La expresión de Ichinén, daba la pauta que no entendía muy bien.
-El sol es también una función, yo lo conozco como Nitten. Su luz logra que las plantas crezcan, que los animales se alimenten de ellas y que a su vez, otros animales lo hagan de estos. ¿Es un Dios por eso? El solo cumple su función, que es dar luz. La lluvia riega los campos, por esa acción conjunta con el sol, las plantas crecen y la vida inicia su ciclo. ¿Son ambos dioses por hacer lo que es natural en ellos? Muchos pueblos y culturas en infinidad de mundos nos han adorado como dioses, pero no han tenido más que una parcial comprensión fenoménica de que o quienes somos. No actuamos directamente, no intervenimos en el destino de los seres animados e inanimados. No como la gente siempre entiende a los dioses.-
-Pero quieren ayudarme a llegar a Kosen Rufu.-aseveró Ichinén.
-Ayudamos a quien se ayuda en primer lugar. Tu determinación para llegar hace que nosotros seamos atraidos a ayudarte.-
El guerrero ladeó la cabeza hacia cada hombro como si la idea le rodara por dentro sin poder asimilarla del todo.
-Si rogaras a un río, una función del universo, que cambiara su curso y mojara tu siembra. Eso no serviría de mucho, no? Ahora, si hicieras un dique, con canales y desagotes; el río podría llegar a donde necesitás. Si estás en la oscuridad y enciendes un farol, no rezarías al fuego que te ilumina, pero si cumple su función. Al fuego puede que no le importe, pero si da calor y luz, lo cual es su naturaleza. Es lo que hacemos.-
Ichinén asintió comprendiendo un poco mejor.
-¿Y cual es la naturaleza de esta empresa que debo realizar?-
Gatten se incorporó con expresión más seria.
-Tu misión, debes pensar bien antes de aceptarla, es encontrar a la cronista. El mundo al que deberás ir es uno de los peores lugares que jamás hayas visitado.-
-He estado en el Infierno. ¿Esto es peor?-
-Este lugar es una manifestación del Infierno. Sufrimiento, dolor, odio, perversidad, maldad. Eso es lo que encontrarás en este lugar. Puede que ir a este lugar, te cueste la vida.-
El tono ominoso de Gatten, hizo que a Ichinén le recorriera un frío por la espalda.
-¿Como encontraré a la cronista? ¿Como se llama?-
-Decirte el nombre en el idioma de este, tu mundo, no te serviría de nada. Allá entenderías otra cosa y no la identificarías. He visto que ella curara tus heridas y sabrás que es ella porque su deseo es escribir. Tu cuerpo no será todo lo fuerte que es aquí. De hecho, quizá te sientas un poco enfermo. Al lugar donde vas, no serás alimentado casi y en ese cuerpo notarás los efectos de los maltratos anteriores.-
El guerrero asintió con el rostro, analizando los obstaculos.
-Teban debe venir conmigo?-
-Si, alguien debe abrirte la puerta a ese mundo. Tanto de ida como de regreso.-
-Preferiría no exponerlo a más peligros.-
-Él puede permanecer oculto, creo que allí Teban correrá menos peligro que tu. Y estará mejor alimentado.-
Ichinén aceptó, no sin cierta reticencia.
-Hay algo más. Creo que esto no te fue explicado por Teban. Cuando viajas de un mundo a otro, te fusionas con el que serías en ese mundo. Adquieres sus caracteristicas, no así sus recuerdos ni memorias.-
Ichinén se reclinó hacia atrás, cayendo en la cuenta de algo.
-Por eso en el barco que se hundía, mi ropa había cambiado y Daimoku era como un bastón.-
-Tu eres tu, en cualquier mundo. Lo transitorio cambia, lo esencial queda. Pero, el Ño Se Zo, la apariencia, se modifica.-
-Si, lo sé, mis ropas serán como las de ese mundo, esa época y esa cultura. Lo he visto ya.-
-Tendrás una apariencia como la mía.-explicó Gatten.
-Unas ropas como esas?-
-Más bien que en ese mundo serás mujer.-
Ichinén no supo más que decir, solo asintió, un tanto anonadado.
-Bueno, supongo que seré como soy cuando vuelva.-dijo al fin.
Gatten sonrió y se levantó guiandolo adonde se encontraban Teban y los otros. Una puerta se alzaba solitaria en medio de la gris superficie lunar, dando un aspecto surrealista al escenario de partida. Por obra de Gatten, ellos podían respirar expuestos en el vacío tal como si estuvieran en la tierra.
-Suerte Ichinén, la vas a necesitar.-le dijo Dulce.
El guerrero se agachó y le acarició entre las orejas. La gata cabeceó un poco a su mano, acercandose para que la rozara mejor. Cuando Ichinén se levantó, Victoria estaba frente a él, pero sabía que no podría continuar la conversación que había quedado trunca. El rostro de ella era todo preocupación.
-Yo se adonde vas, Ichinén. Ese lugar es horroroso, tu vida peligrará a cada momento. He estudiado la historia de donde vas. Allí matan gente solo por diversión, inflingen sufrimiento para deleite de los que rigen. Por favor, ten mucho cuidado.-
-Se que es peligroso, pero si debo hacerlo, aunque el miedo me invada; no puedo retroceder.-intentó tranquilizarla Ichinén.
El gato apenas expuso un saludo y encaró a caminar a la puerta. Ichinén tuvo un segundo para mirar a Victoria, un atisbo de su expresión de espanto. Sin más, se despidió y siguió a Teban por el portal.