7/21/2020

67-Doble Dragón.

Reproducirse y prolongar la estirpe, es quizás el deseo de todas las especies que habitan el universo. Si, hasta un virus intenta eso de reproducirse, aunque sea destruyendo y a costa de otros. Los parásitos también, incluso los seres humanos. Eso es lo que el rey demonio del sexto cielo, ha querido cortar. La constante reproducción de la vida. Rokuten odia la vida, odia todo lo que representa lo positivo. No por nada se lo identifica con la negatividad. Y es parte de sus planes arruinan la progenie de los dragones, aunque tenga alguna de esas mismas criaturas a su servicio. Esta acción maligna del rey demonio, es lo que llevó a la dragona Byakko, a vengarse de los humanos que habían destruido sus huevos sin nacer. Ya fuera por instigación de Rokuten, o bien por estupidez propia, el marqués de Alstroemeria se había granjeado un enemigo peligroso. Si hay algo peor que un dragón, es una dragona que reclama justicia por sus crías. El citado marqués, huyendo como el más miserable de los cobardes, tiró la piedra y escondió la mano. O más bien, todo su cuerpo. Después de darse un festín con los huevos draconiles, escapó de Caerleon para no volver más y eso desata la división que ya estaba al caer, con su consecuente guerra civil. 
Ichinén contempla como Seiryu se encarama frente a Byakko. Aunque desconoce los rituales y costumbres de apareamiento de los dragones, sabe que deberá apartarse lo más rápido posible y a todos los humanos de las cercanías. El dragón azul se trenzó en lo que parecía una lucha a muerte con su congénere. El guerrero oró por dentro, esperando lo mejor y que aquello no fuera una solución violenta, para una criatura que había sido tratada injustamente. 
-¿Ha perdido la cabeza?-le recriminó la dama blanca, al tenerlo cerca.-No solo tenemos problemas con un dragón, ahora hay dos de ellos. Creo que ni el marqués podría haberla complicado más, ni adrede.-
Ichinén no respondió, sabiendo que su apresurado plan tenía grandes fallas. Si Seiryu no aplacaba la furia de Byakko, bien podían terminar matándose mutuamente. O en el peor de los casos, tener que enfrentar a una dragona herida por la lucha. Rezaba porque eso no fuera necesario, con todas sus fuerzas.
Dos horas duró el “ritual”, por llamarlo de alguna manera. Después de eso, un completo silencio, nada. Era tal la quietud, que hasta miedo daba. Ichinén y los suyos no se quedaron quietos, ayudaron a los heridos, colaboraron con la reconstrucción. Finalmente, una sombra se dejó ver en el cielo del atardecer. El pánico se propagó con rapidez, alrededor del primer hombre que lo había avistado.
-El dragón regresa!-
Ichinén recitó una oración por dentro. Seiryu planeó con toda gracia hasta aterrizar a su lado. 
-Algo positivo se puede decir que salió de conocerte, Ichinén.-le comentó el dragón azul como si hablara del clima o del cielo.-Nuestra especie se encontraba en peligro. Y los que sobrevivimos no siempre son los más amigables.-
-¿Podemos contar a Byakko entre los amigos?-inquirió el guerrero.
El inmenso ser soltó una carcajada que hizo estremecer a todos, incluyendo las paredes cercanas.
-Si, de una, ni lo dudes, chiquilín. ¿Quién diría que el protegido del iluminado, maestro de mi madre, sería la salvación para nosotros? Eso no lo vi venir.-
Se despidieron en términos cordiales, y con un gran suspiro de los presentes. La dama blanca había atestiguado muchos hechos, durante el antiguo reino de Mitjaval, durante el Caos, lo que vino luego; pero nunca algo como aquello. Y lo siguiente, fue aún más sorprendente. Ichinén se giró al duque de Barberis y a Madame De La Cross, parecía querer decirles algo, pero un tumulto de gente se lo impidió. Una multitud salida de ningún lado, o quizás de debajo de las baldosas; se abalanzó sobre Ichinén. Mujeres, hombres, niños y algunos ancianos; todos querían alcanzar al guerrero Ichinén. Lo abrazaban, lo besaban, lo tironeaban; todos querían una parte de él, como llevarse el poder que había conseguido para lidiar con dos dragones. Lo vitorearon y alzaron en andas. Si alguna duda quedaba sobre quien era el duque de Menkalinam, o que pasaría con esas acusaciones y rumores; la voz del pueblo lo había corrido a un costado. El guerrero se sintió conmocionado, no sabiendo como reaccionar. Elintari lo miraba arrobada y sus ojos se cruzaron. Ichinén confirmó que sus intuiciones eran correctas. La guerrera elfa albergaba más sentimientos por él, de lo que había sido expresado hasta el momento. Johan y el resto del grupo se sumaron a avivar la arenga, en tanto un aburrido Teban, se recostó a la sombra de un balcón. 
Todo cambió en un par de días. Ichinén pasó de ser un extraño y desconocido duque de otra tierra, a ser el amigo de todos. El crush de todas las jóvenes, el colega de todos los jóvenes, el vecino que siempre había estado ahí. Aunque esto claramente nunca había sido así. El guerrero no recordaba haber llegado tan al norte en los viajes con su padre, o incluso solo. La Dama Blanca escuchó la historia de como Mara de Taranis tenía un plan para trasladarse a Kosen Rufu, como la Reina Victoria de esa tierra recibiría a todos los que solicitaran asilo y como el rey demonio pensaba destruir lo que no pudiera esclavizar. 
-Si lo que dice es cierto, isla Kerkyra, el archipiélago orco, Galja; todas esas tierras han sido destruidas.-comentó el duque de Barberis, a la derecha de la dama blanca.
Se encontraba en el mismo salón que días antes habían acusado a Ichinén, basándose en los rumores y mentiras del cobarde marqués de Alstroemeria.
-Galja fue atacada, pero su pueblo vive, aunque hayamos sufrido cuantiosas bajas, incluido nuestro soberano.-salió al cruce Elintari.
-Entiendo, querida señora.-intervino Madame de la Cross.-No dudo que su plan sea la mejor opción a quedarse y morir, pero… ¿Es viable o cierta?-
-No lo sé del todo, le soy honesto, milady.-respondió Ichinén.-Quiero creer que es verdad, o que podemos volverlo real. Llegar a Kosen Rufu y poner a toda nuestra gente a salvo. También he visto otras opciones. Entre las más improbables se encuentra la de quedar y luchar contra el rey demonio del sexto cielo. Aun no la descarto, pero he presenciado el mal que puede desatar.-
-¿Y es por eso que se encuentra paseando por el continente?-lo pinchó Barberis, clavándole la mirada.
-Muchos confunden mi estado de reposo o mis maniobras con un divagar sin sentido. Pero confunde lo aparente con lo real. Soy como una estrella fugaz una vez que tiene una misión. Solo con tener un objetivo delante y que no se entrometa nada o me lo llevo puesto. Al igual que una flecha, no se la puede detener en pleno vuelo. He buscado que me escuchen hasta en Desertus, lo cual no sirvió de mucho. Pero Astur se cuenta entre los que apoyan la unidad del continente entero para enfrentar esta amenaza.-
-¿Planea hace un gran reino que se mude a esa tierra de Kosen Rufu?-lo interrogó otro noble.
-Me parece que eso debemos debatirlo entre todos, lo primero es enfrentar la amenaza de Rokuten; luego decidiremos si nos vamos o nos quedamos.-
Ichinén tenía serias dudas que la mejor opción para todos ellos fuera seguirlo hasta su destino final. Si este fin, no era Kosen Rufu, bien podía significar la muerte. El debate terminaría en tablas, nada se podía resolver hasta no informar a otros reinos. Madame de la Cross, acordó enviar emisarios a Gaia y a las tierras del Meridional, para ganar tiempo. Ichinén quedaba en la penosa tarea de encargarse su propia tierra y el reino vecino del norte, Antumbra. La comitiva de Ichinén permaneció una semana más, luego de la partida de los emisarios enviados de la dama blanca. Fue Teban quien enfrentó a Ichinén, el gato tenía una lengua rasposa pero ningún pelo en ella, para decirle lo que era necesario.
-¿Hasta cuándo vas a dilatar la partida a Azaláys? Hace tres días que te informé que encontré un portal que nos llevaría a todos a Menkalinam, en Azaláys. Solo necesito algunos colegas felinos y de esos sobran aquí.- 
El guerrero torció el gesto y asintió con desgano.
-Tenés razón, como siempre, Teban. No he querido hacerlo en el principio del viaje y ahora al final me está costando. ¿Si tuvieras que ver la destrucción completa de tu hogar, lo harías sin darle largas?-
-Los gatos no nos hacemos tantas preguntas como los humanos.-
-Busca a tus compañeros gatos, tenemos que partir antes de anochecer, o en Azaláys será aún más tarde.-
El guerrero se quedó a solas, hasta que la dama blanca lo encontró, enterada de la pronta partida.
-Milord, creo que no podremos agradecerle lo suficiente por haber salvado a la ciudad, al reino, a la gente.-
-No se preocupe, mi querida señora. Esta empresa que hemos iniciado, puede que sea una oportunidad para devolver muchos favores y antes que termine puede que nos salvemos más de una vez, unos a otros.-
-Le voy a pedir que le permita al duque de Barberis que lo acompañe. Es un hombre grande y duro de cambiar de opinión, aún tiene ciertas dudas, pero he visto como cree más en usted que apenas de conocerlo.-
-No le prometo grandes comodidades donde vamos, ni lujos.-
-No tenemos de esos hace mucho en este reino, la banalidad se la dejamos al usurpador en Mitjaval.-
-Le prometo, mi señora. Que antes de tener que enfrentar a todas las huestes de Rokuten y luego de acordar con todos los reinos, voy a arreglar cuentas con el usurpador. Y si eso la convierte en la próxima soberana de Mitjaval, que lo sea.-
La duquesa rio sonoramente.
-Aún recuerdo su caballerosidad, que viene desde niño.-
El guerrero no entendió en principio, pero luego recordó el encuentro con lady Engel y como le había relatado el incidente en el banquete.
-¿Creía que no lo recordaba o que no lo había reconocido? Espero que esta vez no manche la mantelería.-comentó en broma la duquesa de Altahea.
-Temo que eso pueda ser una nimiedad, comparado con lo que deberemos enfrentar.-replicó Ichinén, con semblante un poco más sombrío que al empezar a hablar.

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