1/31/2023

72-La convocatoria

El Daishonin despertó a la mañana en el monte Minobu, el día 13 de octubre de 1279, según un calendario que no era el que se usaba en esa sociedad. Pero Nichirén sentía que el propósito de su actual existencia se estaba concretando. El día precedente, había dejado su vida impresa en la tinta del mandala que había inscrito, el Dai Gohonzon. Después de entonar fervoroso daimoku, sintió que algo estaba por manifestarse. Caminó por entre los arboles como guiándose a través de los caminos de la ley. Sabiendo que algo o alguien iba a encontrar. Los pasos del Daishonin apenas se sentían sobre el verde y la tierra oscura, cuando finalmente se detuvo ante lo que debía encontrar.
-Pequeño amigo. ¿Qué ha pasado?-inquirió Nichirén.
El animalito se encontraba yaciente y agotado, estaba lastimado en el lomo y algo desnutrido. Era un pequeño gato, venido de quien sabe donde.
-Este ser no es de este mundo. Has venido de otro lado. ¿No es cierto, pequeño?-comentó el Buda, alzándolo del piso.
Cuando lo llevo a su estancia y lo alimentó, el gatito revivió un poco. Enseguida el Daishonin percibió la naturaleza particular del felino.
-Procedes de otro mundo y ni siquiera te diste cuenta que lo dejaste, lo que venía persiguiéndote debe estar muy frustrado.-
Así fue como percibió el peligro de fuerzas negativas. Algo muy oscuro perseguía a todo aquel que tuviera una luz en su interior. 
Con los días, el animal estuvo mejor. Nichirén lo bautizó como Teban, que en el idioma de su mundo original, significaba victorioso. Gracias al Buda, el gatito supo como hablar, demostrando que no era como cualquier felino. Ya siendo estando un poco más crecido, comprendiendo la naturaleza del universo y como atravesar las puertas para ir de un mundo a otro. Lo que de cachorrito había logrado accidentalmente, ahora lo manejaba con maestría. Exactamente dos años después de haberlo encontrado, el Daishonin partiría de este mundo. Meses antes, el gato había partido a otro mundo, con una misión encomendada en secreto por el Buda.
-Hay alguien que necesita de tu guía. Es un hombre que debe llegar a la tierra de Kosen Rufu, fuerzas negativas se lo quieren impedir. El rey demonio no lo dejara en paz y tratará de hacerlo perder en el camino. Necesita ayuda y orientación, la tuya Teban.-
-Soy solo un gato en esta existencia, maestro.-replicó el felino.
-Creo que ya sabemos de sobra que hay más en tus cuatro patas de lo que se ve a simple vista. La budeidad habita en ti, tanto como en todos los seres vivientes, pero se manifiesta de una forma única en ti. Este guerrero debe llegar a ese lugar para salvar a su gente y a incontables seres más, nacidos y por nacer. Sabe que su misión es importante, pero apenas ha vislumbrado un atisbo de lo mucho que está en juego. El destino de especies está en juego, la felicidad de la humanidad depende de su éxito.-
-Desconfió de los humanos, excepto de uno, Daishonin.-agregó Teban, mesándose los bigotes con la pata.
-Podrás confiar en él, muchos pasos debe andar. Primero debe encontrar a Victoria, luego a Shakyamuni y luego a Tien Tai, y finalmente debes guiarlo conmigo. Viajaran por extraños mundos y maravillas indescriptibles, ya puedo verlas. El vacío del espacio, planos de existencia que nada se parecen al nuestro, juntos podrán lograr incalculables prodigios.-
-¿Debo llevarlo finalmente ante usted, maestro?-
-El camino te guiará, vendrán en la hora más oscura, para echarle luz a las tinieblas. Y cerrar ese círculo, ya nos veremos de nuevo, por primera vez.-
Así fue como Teban, partió. Un mes más tarde, el Daishonin cerraba los ojos por última vez, con una paz y una sonrisa discreta en los labios. Sabía que los Budas de las diez direcciones ayudarían al guerrero, en el momento de más necesidad. La felicidad de toda la humanidad estaba lograda, la paz se había conseguido. Era solo cuestión de vivirla, pero el objetivo concretado ya lo había podido ver. 
Viajando por mundos y mundos, Teban estuvo con Ichinén lado a lado. Entrando a las fauces de un dragón, en el palacio del rey demonio Dai Rokuten No Mao, junto a Shakyamuni, en el barco que se hundió en el frío mar, en la biblioteca infinita de Tien Tai; numerosas aventuras. Finalmente, en el mundo en que había un Ichinén que viajaba por el espacio en la nave llamada Daimoku, encontraron el portal al mundo del Daishonin, pero mucho antes de que Teban llegara allí por primera vez. Ese Nichirén un poco más joven, estaba por ser decapitado, pero la irrupción en el cielo de la nave en que Teban y el guerrero venían, lo impidió. 
Hoy, están en el mundo original de Ichinén, peleando la guerra contra la oscuridad fundamental. Algunos reinos han caído, otros lo harán pronto. El guerrero se encuentra escribiendo una serie de mensajes para enviar a todos los sitios que aún están en pie.
-Ya encontré un par de colegas felinos que podrán viajar en algunos portales cortos para los reinos del continente que aún no han caído ante Rokuten.-informó el gato a Ichinén, que terminó de firmar la última misiva.
-Gracias, Teban. Tengo la esperanza de que llegarán con celeridad. Lo que no tengo tan seguro es que los receptores sean tan expeditivos.-
-Lamentablemente, la red de puertas en tu mundo está algo rota y deteriorada. No es casual, veo en esto la mano de Rokuten.-acotó Teban, lamiéndose apenas el hocico.
-Estoy completamente seguro que nada de lo ocurrido en este continente le es ajeno al rey demonio del sexto cielo. Su mano está detrás de todo, la isla Kerkyra, la oscuridad, la caída del archipiélago orco, Desertus. Todos deben estar bajo su bota. El Daishonin ya me lo había dicho, cuando estuve aprendiendo junto a él.-
Esto había sucedido esa misma ocasión, en las cercanías de Tatsunokuchi. 
-Veo que ya aceptaste lo que la reina renunciante Lara, te pidió.-comentó el gato compañero y guía.
Ichinén suspiró de cansancio y acomodó todas las cartas para ser enviadas. Lara, la reina nombrada de Azaláys, renunciaba para dejarle el cargo a Ichinén. Dos razones de peso la llevaban a esa decisión. Ella era una niña y no la habían tomado en serio en ese caótico continente, ninguno de los otros señores. Y segundo, esto no beneficiaba al reino, ni tampoco a la causa de luchar contra Rokuten. Cuando todos seguían de hecho, al general que se había opuesto a los detractores de Azaláys. En una ceremonia muy austera y sin tanta pompa, cosa que Ichinén, prefería, lo nombraron rey de Azaláys. El sueño que su padre deseaba para él, se cumplía. Aunque esto no lo hacía necesariamente feliz.
-¿Y que te haría feliz, Ichinén?-interrogó el felino, subiéndose a la mesa de la tienda de campaña.-
-Que la gente de todo el continente esté a salvo de las garras del rey demonio.-
-¿Sabés que vas a tener que enfrentar enemigos y detractores que aunque no estén con Rokuten se van a oponer por su simple necedad? ¿Sabés que habrá que hacer esfuerzos y tomar decisiones difíciles?
Ichinén lo miro fijo, no necesitaba decir que lo sabía, pero lo hizo.
-Si, lo tengo claro.-
Juntó todas las cartas y se encaminó a repartirlas a los mensajeros. Una sola quedó como copia original y registro para el reino de Azaláys. El gato lo vio irse, quedándose con una carta para llevarla consigo al reino de Gaia. Teban recordaba su desconfianza ante los humanos y su reticencia en ayudar a uno. Hoy día, viendo al duque guerrero, devenido en rey; comprendía cabalmente las palabras del Daishonin. Miró el rollo y lo tomó con los dientes. La carta portaba la convocatoria de Ichinén, quizás la misiva más importante que se hubiera escrito en la historia del continente.
La misma decía así:
“A todos los pueblos del continente, les escribe Ichinén, duque de Menkalinam y ahora coronado rey de todo Azaláys. El enemigo definitivo se cierne sobre nosotros, nuestra propia oscuridad. La penumbra que se acerca en el horizonte es solo una circunstancia, la oscuridad que cada uno lleve dentro se manifestará por su llegada. El rey demonio del sexto cielo, conocido como Rokuten, tiene como objetivo destruir este continente y hacer sus esclavos a todos los que no sean destruidos. Ya lo hemos visto en reinos que han caído bajo su influencia, como Desertus y el archipiélago orco. Les envío este pedido a todos los reinos que aún son libres y que pese a las peores circunstancias como las que se encuentran, deseen trascender estos sufrimientos. Únanse a mí en la capital de Mitjaval, en el centro del continente, allí realizaremos una gran cumbre en la que decidiremos el destino de nuestro mundo. Yo tengo un objetivo que concretar, y aquellos que deseen seguirme en esa misión, podrán decidirlo en la cumbre. Los que no, son libres de disentir, pero a mí no me hará feliz verlos como esclavos de las fuerzas negativas. Tampoco me haría feliz, que se unan a esta causa por que sí. Solo me llenara de gozo, ver a todos a salvo y en paz. Y más especialmente, porque estarán llenos de dicha, yo también lo estaré. Solo ustedes serán quienes hagan lo que sea bueno para su felicidad, decidan lo que decidan. Encuéntrense conmigo, en treinta días, en la capital de Anthurium, en el reino de Mitjaval. Allí definiremos el destino de todo un mundo.
Con mi profundo respeto, Ichinén. 
En el décimo tercer día del séptimo mes.”