2/29/2024

77-El tercer sufrimiento

Ichinén salió al exterior y el espíritu de sus padres flotó hasta alejarse por el aire. Afuera del portal que lo traía del infierno lo esperaban sus más allegados compañeros. Elintari lloraba de pena, Victoria la observaba de costado. Teban fue el primero en acercarse apenas el guerrero atravesó el portal desde el infierno. La salida, el felino la había encontrado en una localización no muy lejana a donde estaba el Kaikan, el castillo de Menkalinam.
-Aceptaste el destino fatídico al que te acorraló el rey demonio.-comentó el gato con cierto pesar.
-Si, amigo. No nos preocupemos por eso ahora. Ya lo resolveré con el tiempo.-respondió Ichinén, no tan convencido como quería hacer creer a todos.
La trampa mortal que le había tendido Rokuten, era algo para preocuparse. Aunque el guerrero prefería no pensar aún, o se volvería loco. Llegado el momento lidiarían con eso. Entre la comitiva que lo recibió encontró muchos rostros nuevos, gente de diversas partes del reino. Y para su sorpresa, alguien de otro mundo. Entre la multitud que lo recibió, estaba Valdemar, el que había oficiado de médico o fisiatra como se hacía llamar, en la corte de Innocenza. Una de las reinas que amó y que fue asesinada por Rokuten. Siempre el rey demonio destruyendo su vida.
-Valdemar. Como…?-
-No eres el único con recursos para viajar entre mundos. Es algo simple y lógico, una que se conoce la metodología.-respondió el hombre con suficiencia.
Muchos otros se preocuparon por como estaba Ichinén, Victoria entre todos.
-Cuando saltaste… pensé que estabas suicidándote…-la expresión parecía que estaba por descomponerse, pero se contuvo.
El duque de Menkalinam cambió el tema de conversación y se concentró en como alimentar y organizar a tanta gente que se iba sumando al ejército. Bien sabía lo que deparaba el futuro gracias a Rokuten, pero prefería no pensarlo. De hecho, no tuvo muchas posibilidades para hacerlo, ya que estaban llegando noticias de la recepción de su proclama y como el marqués de Alstroemeria intentaba difamar a Ichinén, haciendo que mucha gente no quisiera leer la proclama ni se uniera a la causa por una salida del continente. 
-Es un ser perverso, prefiere que mueran todos antes que dejar de ser el centro del poder.-le había comentado Malcolm en su carpa privada, un poco más tarde.
-Llamen a Eve, la mujer del marqués, algo debe saber que podamos usar como ventaja. Es hora de poner fin a un problema que deseaba evitar. Pero hay cosas que no se deben evitar si se quiere lograr el objetivo final.-
Así fue como, pese a que el dolor por la artimaña del rey demonio, todos se abocaron a ir a desbancar al marqués de Alstroemeria. El campamento de Azalays fue un hervidero, el administrar y delegar tareas fue el primer desafío que debió enfrentar como soberano de la corona de Azalays. 
Por las noches, Ichinén se dedicaba a pasear y hacer una inspección ligera de todo el lugar. Una de estas, se halló alejado del centro del campamento, sentado sobre una loma que podía vislumbrarse parte del horizonte. Valdemar lo encontró allí, para llevarle los resultados de unos exámenes que le había practicado.
-Lo que sospechaba, tu paso por el infierno te cobró algo de salud y estimo que esa energía de la que hablaba el rey demonio… digamos que te va drenando fuerzas.-le informó el físico con algunos sentimientos encontrados.
-O sea, el rey demonio me enfermó, y eso acelerará mi muerte. Lo cual, es lo que finalmente desea.-
Valdemar asintió pero no dijo nada. Ichinén solo miró a lo lejos y comenzó a hablar como si el tema hubiera sido ese desde un primer momento y no su condición física.
-Pasando esa montaña allá lejos, se libró una batalla contra los demonios, durante el cataclismo. La victoria estaba predicha, todos creían que yo era la gran esperanza. Dos de mis hermanos murieron en esa contienda. No solo la profecía no fue cierta, sino que nos condujo a la desgracia. Mi padre siempre creyó en cuentos que me hacían ver como un gran héroe. De niño, quería complacerlo, de adolescente, intenté estar a la altura. Ese día…-
Por unos segundos, guardó silencio y Valdemar intervino.
-Sé que no fue tu culpa la muerte de Innocenza, aunque me duele y eso no me hace apreciarte más. Pero el responsable fue el rey demonio, fue quien blandió la espada.-
Ichinén asintió y terminó la frase que había dejado en el aire.
-Ese día caí a la realidad.-finalizó, enmudeciendo por un largo rato.-Hemos perdido tanto, que ya no merecemos seguir así. El rey demonio nos arrebata el mundo y nos escapamos. Manipula a títeres como el marqués y resistimos. Estoy cansado. La línea debe ser trazada aquí. No sé si la profecía es cierta, pero pienso dejar mi vida en llevar a Victoria a su hogar y a todos los que quieran vivir en Kosen Rufu. Aunque en eso me vaya la vida. Y que mi alma se la quede Rokuten! Moriré sonriendo sabiendo que le gané esa pulseada.-
-Va a torturar a tu alma toda la eternidad, si lo que me dijiste es correcto.-
-Sonreiré con gusto, ante cada tortura, sabiendo que los demás están a salvo y eso, es algo que siempre le va a molestar. Que de las cenizas de la derrota, haya extraído una gloriosa victoria.-
Al decir esto, se levantó y se dirigió al centro del campamento, donde encontró al duque de Barberis, Johan y Elintari conversando. 
-Que se levante el campamento, partimos en cuanto estén todos listos. Vamos a Anthurium, la capital de Mitjaval.-
-¿A enfrentar al marqués?-inquirió la dama elfa.
-Si, es hora de solucionar el problema de raíz. No podremos salvar a nadie, mientras haya una quinta columna que lo estorba todo.-
Todos se lanzaron a trajinar para moverse, dando órdenes y empaquetar los bártulos.
-Se acabó el campamento, comenzó la guerra.-escuchó Valdemar que musitaba Ichinén, no sin cierta desilusión.