La leyenda de Ichinén
En algún punto del pasado sin presente, un tiempo sin edad. En las tierras donde los demonios atormentaban a los mortales comunes. En este momento, existía un hombre que se atrevía a enfrentar todo. Según dicen los libros más polvorientos, lo que resonaba por esa hoja era el sonido del universo, y este era: NAM MYOJO RENGUE KYO. Todavía en las montañas milenarias, se puede oír de boca de los más ancianos esta leyenda. La leyenda del guerrero Ichinén y su espada invencible, Daimoku.
3/31/2024
78-La saga por Johan Sebastian
2/29/2024
77-El tercer sufrimiento
1/31/2024
76-Una deuda de gratitud
4/28/2023
75-Desde este lado del espejo, cara a cara con Ichinén
-Vamos, voy a sacarte de esto. Hacé fuerza!-
Me negué, lo había reconocido, creyendo que estaba alucinando. Ese rostro estaba en mi mente cada vez que escribía sus aventuras. Al verme a los ojos, él también me reconoció. En su mirada se descubrió su pensamiento.
-No te rindas! Tirá con fuerza!! Vamos! Voy a sacarte.-
-Dejalo así, Ichinén. Ya no puedo más. Me queda poco de vida. No vale la pena.-
Pero el guerrero no se iba a rendir. Con absoluta necedad, me sacó del fango infernal. Cuando en mi interior, ya no tenía ni ganas ni fuerzas para pelear.
-Te conozco, yo no sé bien como pero si…-me dijo entre incrédulo y sorprendido.
-Soy aquel que escribe tu historia, soy esa variante que relata lo que vos y otras versiones tuyas viven.-
Ichinén se puso de pie y exclamó no sin ofuscación.
-¿Quiere decir eso que sos el responsable de lo que ha ocurrido en mi vida? ¿Te lo vas inventando sobre la marcha, todo lo trágico que me ha ocurrido?-
Sin levantarme del suelo, le respondí con cansancio.
-A veces creo que solo estoy conectando mi mente con tu mundo y abro una ventana por donde puedo vislumbrar lo que ocurre. Como si me enviaran mensajes sobre lo que sucede allí. Otras simplemente pienso que me lo invento. Y en ocasiones, me da la impresión que es un poco de ambas opciones.-
-Y si en algo estamos conectados… ¿Cómo es que te estás rindiendo? ¿Por qué preferís dejarte morir tan cobardemente?-
Ichinén hablaba con clara indignación. Creí que si solo supiera un poco de lo que me había pasado, no sería tan severo. Le relaté como mi vida se había destruido, como había perdido todo. Había sido vapuleado, acusado falsamente y juzgado sin consideración. Y al único que podía hacer responsable de ello, era a mí mismo.
-Vos sos un héroe, un guerrero. Yo no soy más que un simple ser humano, con sus defectos y errores, ya no me dan más las fuerzas. He hecho cosas que ya no puedo arreglar. No tengo razón para seguir.-
Ichinén me ayudó a levantarme y al mirarme frente a frente, me sacudió de los hombros.
-¿Sos acaso un hombre o un ratón? Comprendo todo lo que te ha salido mal. Yo también tengo el corazón roto.-
Aquí me recordó la muerte de la reina Innocenza y su muerte tan injusta, le aseguré que no fue invención mía ese asesinato. Aunque en esos momentos, ya dudaba de mi sanidad mental. Seamos sinceros, estaba hablando con el personaje de mis historias, mucha cordura no debía quedarme.
-También lo he perdido todo. Mi familia, mi mundo, la paz. Solo no he perdido la esperanza. La esperanza de que en el futuro nos espera la victoria final, que llegando a Kosen Rufu; todo será mejor y tendrá sentido. Vos también tenés que creer en ello.-
Suspiré con cansancio, no era mi intención contradecirlo y con todo el corazón, deseaba que estuviera en lo cierto.
-El Daishonin me dijo cuando nos vimos que una espada es inútil en las manos de un cobarde.-continuó diciendo el guerrero.-¿Estás dispuesto a tomar la espada de la ley y luchar por salir de este infierno?-
Al decir esto, me tendió su espada, ofreciéndomela por el mango. La empuñadura con la flor de loto labrada en plateado, el mango con ribetes dorados, con el pomo en el mismo color. Sin convicción o fe, pero con mucha obstinación; tomé a Daimoku por el mango que me era ofrecido. Nam Myoho Rengue Kyo resonó en el infierno. A lo lejos veía muchos demonios que venían en nuestra dirección. Pero una visión me mantenía concentrado en otra cosa.
-Estoy viendo…-comencé a balbucear, vislumbrando lo que deparaba el porvenir.-Veo un futuro posible. Estoy cortando una cinta con tres colores, un corazón sincero y desinteresado que late junto al mío, me veo escribiendo el final de esta historia y muchas cosas más.-
-Eso es excelente, ahora queda en vos, enfrentar lo que debas y hacer que ese futuro posible, se vuelva real.-
En tanto iba diciéndome eso, lo veía desvanecerse. Pero era yo, quien dejaba el infierno del sufrimiento incesante. Quisiera pensar que para nunca más volver, aunque las circunstancias no siempre son fáciles. Ichinén siguió su camino, en busca de sus padres. No fue la última vez que nos vimos, pero eso sería un relato para otro momento.
3/28/2023
74-Donde se extienden las sombras...
Desde la oscuridad surgieron unos tentáculos que los hicieron caer violentamente hacia atrás. Victoria rodó por el suelo pedregoso y el guerrero Ichinén resbaló en un declive de esas ruinas.
-Ichinén, el inútil, siempre una molestia.-se escuchó como susurro en las sombras, en un tono sibilante.
El mencionado intentó escrutar la oscuridad que lo rodeaba, desenvainando su espada al mismo tiempo. Daimoku rozó el aire y se escuchó Nam Myoho Rengue Kyo reverberar por el ambiente.
Un tentáculo aferró el pie del guerrero y lo terminó de hacer tambalear, cayendo de espaldas. Otras dos de las extremidades monstruosas lo maniataron, exprimiendo como si quisiera sacarle el aire.
-El arrogante guerrero, que no sirvió para pelear. Inútil como siempre.-agregó el monstruo aun en sombras.
Ichinén golpeó con la espalda, como pudo y logró que el monstruo soltara un poco la presa.
-No sé quien sos, monstruo.-le espetó el duque y ahora rey.-Antes de calificarme, deberías conocerme.-
Dos tentáculos más lo aferraron en los brazos y antes que él pudiera hacer algo, la aberración dejó las sombras. Mostrando un gran rostro deforme con dientes como espadas y unas fauces inmensas que parecían tragarse todo.
-Te conozco muy bien, Ichinén. Más que nadie en el mundo.-
Victoria intentó un ataque con su espada, pero dos extremidades monstruosas la apartaron como si fuera una mosca. El monstruo no permitiría ser interrumpido.
-Ichinén, el nombre que ese monje te dio. Cuando tenías otro nombre, mucho más acorde a tu persona.-
El duque de Menkalinam, ahora rey de Azaláys también; no entendía a que venía toda esa alocución.
-Yo te puse el nombre de Angwesen, para que venga un inmundo monje extranjero y te lo cambien, avalado por el idiota de tu padre.-
Ichinén, ahogándose por el miembro del monstruo que ahora lo aferraba por el pecho, intentó balbucear.
-¿Madre?-
Victoria que se estaba por lanzar al ataque, espada en mano, se quedó dura del asombro.
-¿Eso es tu madre?-inquirió dubitativa la princesa.
-No, no puede ser…-negó el guerrero.
-Si, nunca te preocupaste porque pasó con toda tu familia con el cataclismo, con el Gran Caos que destruyó el continente. Solo te sentiste derrotado en la gran batalla y te fuiste como un perro con el rabo entre las piernas.-le recriminó su madre, con el monstruoso tono de serpiente.
-Nunca hiciste nada bien, ni siquiera pelear en la única batalla que se te pidió ganar. No servís para nada, inútil como tu padre también.-
-No… no fue así…-
Ahogándose el guerrero se vio arrastrado por el suelo. Una luz mortecina surgió del fondo de la hondonada, del sitio desde donde había surgido la monstruosidad. Era un pasaje al infierno del sufrimiento incesante.
-El parecido es asombroso.-exclamó Victoria, mientras cortaba el tentáculo de un solo tajo.-Ah, por cierto, estaba siendo irónica.-
La madre monstruo gritó de dolor, de forma desgarradora.
-¿Quién es la furcia esta? ¿Una nueva amante del momento?-
-Ni loca me agencio una suegra como esta. Que esa boca deforme se te haga un lado.-retrucó Victoria.
Otra extremidad monstruosa golpeó a la princesa y la lanzó hacia atrás.
-Ya la voy a alejar como a todas las otras que la precedieron. Inútil como todo lo que haces, vergüenza de hijo que no sabe elegir con quien hacer pareja. Ni para eso servís, Ichinén.-
Ichinén se plantó entre la princesa y la aberración, espada en mano.
-No la metas en esto, es conmigo tu problema.-
Unos tentáculos quisieron aferrarlo pero el guerrero los frenó con Daimoku.
-Deberías morir, como un inútil.-acotó el monstruo.
-No le creas, Ichinén. Esa cosa no es tu madre.-
Un nuevo tentáculo fue cortado por Ichinén, usando a Daimoku. El monstruo gimió mientras se debatieron en unos cuantos golpes más, la lucha duró un poco, con algunos comentarios hirientes de parte de esa aberración.
El guerrero plantó bien sus pies y pegó un salto. Clavando su espada en un costado del cráneo de esa aberración.
-Yo no soy un inútil y tú no eres mi madre, demonio lacayo de Rokuten.-le espetó mientras quitaba la espada de la herida.
Una risa que le resultó familiar, resonó por la caverna. Era una ilusión de desaliento, parte de los diez ejércitos del rey demonio del sexto cielo.
-Claro que no, Ichinén. Tu madre no estaba aquí, sino en el infierno del sufrimiento incesante, junto con tu padre.-informó Rokuten desde el pozo al final de la barranca de ruinas.
-Es mentira, Ichinén. Es una trampa para que vayas.-le gritó Victoria, mientras trataba de protegerse del furioso viento que surgió del pozo.
-Claro que es una trampa. Te pongo en una elección imposible. O vienes al infierno para que te matemos o dejas sufrir a tus padres. Tu decisión, Ichinén.-
El guerrero apretó los dientes y unas lágrimas de frustración quisieron asomar pero las contuvo. Recordó quien era y su nombre, dado por el venerable Nichiren. Recordando su encuentro con el daishonin en su mundo, le vino por un segundo una enseñanza que le había dicho. La segunda de las cuatro, era con los padres.
-La persona que practica el Sutra del loto está saldando la deuda de gratitud contraída con sus padres.-
Ichinén supo en ese momento que no había otra elección. No escuchó las suplicas que gritaba Victoria por detrás, no vio llegar a su compañero Teban en ese preciso momento a las ruinas. No pensó que Rokuten le estaba abriendo una puerta al infierno del sufrimiento incesante. Simplemente se lanzó al pozo rezumante de dolor y padecimiento, que hacía de portal hacia el infierno.
Ichinén, el guerrero, duque de Menkalinam, recién coronado como rey de Azaláys, discípulo del Daishonin; se lanzó al interior del infierno.
2/28/2023
73-La ira
El rey de Azaláys comenzó siendo el hijo de un duque de ese reino. Había comenzado como un solitario caminante que se puso en pie para ir en pos de la tierra de Kosen Rufu. Por el camino se encontró a un gato que lo guía a través de portales de mundos. Encontró a los tres maestros y a la princesa de la tierra buscada. Por el trayecto se han unido más. Miles se han sumado a sus filas, de distintos reinos del continente, de diferentes mundos. Ichinén cabalga junto a su compañera Victoria, como perdido en sus recuerdos.
-Tenés la expresión de alguien que no sabe como seguir adelante. ¿Estás bien?-inquirió la joven princesa de Kosen Rufu.
Ichinén salió en un segundo de su letargo mental, como si se hubiera pinchado como una pompa de jabón.
-Si, estoy muy bien.-
-Avisale a tu rostro. No parece la expresión de alguien que acaba de ser coronado rey.-
El reciente rey hizo un gesto al costado y media sonrisa.
-Lo sé, solo estaba pensando en mi padre. Como lo obsesionaba que lograra este objetivo que hoy simplemente se dio.-
-¿Y eso te parece fácil?-
-No, no digo que haya sido fácil…-
-Todo lo que vivimos, todo lo que pasamos desde que saliste del barco que se hundía; nos trajo hasta aquí. Y eso no es cosa de nada.-
-No es por eso. Es que mi padre tenía esta profecía, ese vaticinio que te comenté, sobre mi futuro. Todo lo que hizo y dejo de hacer era para llevarlo a la realidad. Cuando ocurrió el gran caos, el cataclismo, esperaba que yo ganara todas las batallas. Algo que simplemente no sucedió, los demonios nos sobrepasaron y fuimos diezmados.-
-No sé lo que decía esa profecía…-
-“Es el séptimo hijo de un séptimo hijo. Tres coronas hay en su camino. Tres pueblos lo aclamaran rey. Amado por cuatro reinas, odiado por dos reyes, será príncipe del universo. Llamado el hijo de la tierra. El lobo de Menkalinam. Tendrá otro dado por un venerable. Su nombre igualado con decisión. Viajará donde ningún otro ha llegado antes. Vencerá a los monstruos arcanos para siempre. Y Dará todo, incluso su vida, por su pueblo.”-citó Ichinén y dejó un segundo de pausa antes de continuar.-Me llamaron el lobo de Menkalinam porque mi padre lo fomentó, el nombre de Ichinén me lo dio el daishonin cuando era niño, algo que me enteré ahora que lo conocí de adulto. Mi padre creía que eso era mi destino, cuando todo se vino abajo en este mundo, descubrí que era todo una falacia, una quimera.-
-Puede que hubiera algo de profecía autocumplida en eso del nombre y el sobrenombre. Pero otras cosas sucedieron, solo que no en el tiempo que esperaba tu padre.-
Ichinén asintió y le dedicó una sonrisa a Victoria, ella la devolvió resplandeciente. Se notaba la esperanza del continente en esa caravana, en el espíritu de toda la gente que seguía al rey de Azaláys.
Yendo al norte por las rutas que conducían a Menkalinam, mucha más gente se les unió. Estando cerca del Kaikán derruido, hogar del duque y ahora rey, Malcolm se acercó a la comitiva real. Elintari se removió incómoda, el hechicero la inquietaba. Aunque debía reconocer que la aparición de Victoria la ponía más que nerviosa.
-Su alteza Ichinén, debo notificarlo de una sensación…-
-Malcolm. Por favor, sin tanta pompa.-
-Muy bien, como desee. Algo ocurre en las ruinas de ese castillo.-
Ichinén miró hacía el valle donde se encontraba el Kaikán en ruinas, el castillo de su padre.
-¿Qué quieres decir?-
-No puedo definirlo, pero una presencia muy oscura está habitando ahí. Algo muy oscuro repta en esas ruinas.-
El guerrero sintió un escalofrío por la espalda pero lo ignoró. Se debatió un segundo sobre si ignorarlo. Pero no podía dejar ese asunto sin revisar. Si algo había en el hogar de su infancia, debía saber que era.
-Sé muy bien que era el castillo de tu familia, por eso creí conveniente informarte. Aunque no sé si debas ir.-
Ichinén se lo pensó un segundo nomás.
-Iré, pero lo haré solo.-
-¿La corona te está haciendo pensar ridiculeces o es un efecto de las peleas recientes? ¿Cómo vas a ir solo?-le espetó Victoria con tono más que irónico.
-No quiero que nadie más se arriesgue por un asunto que es más que personal. Si algún ser oscuro vive ahí, quizás no haga falta hacer nada. Esas ruinas ya son solo eso, puede quedarse en ellas.-
Cuando el guerrero bajó del caballo y se puso en camino, notó que Victoria iba con él. Ichinén la miró seriamente y ella se la devolvió aún más seria.
-¿Qué? Soy princesa de Kosen Rufu. No me podés dar órdenes a mí. Así que olvídate de todo ese protocolo azalayano, que a mí no me va para nada.-
-Podría hacer que te llevaran en andas los soldados.-
-¿Querés perder soldados? Yo no lo recomendaría.-
Ichinén levantó la mano en un gesto de resignación y le indicó que lo siguiera. Se encaminaron por un sendero que los fue llevando por el valle, hasta encontrar el castillo derruido.
-Siento algo extraño aquí, aunque no soy muy de la percepción.-comentó Ichinén, algo sorprendido.
Si aún él que no era muy perceptivo, sentía algo extraño allí, es que debía haberlo. Tomando en cuenta que ver su hogar en ruinas ya era bastante shockeante, esperaba no estar confundiendo esas sensaciones con lo que posiblemente encontraran.
El salón por el que entraron tenía medio vitral aun sano, la escalera doble se encontraba intacta en un solo tramo, las paredes tenían muchos agujeros como si monstruos gigantes hubieran batallado en el interior. La suciedad cubría la hermosa losa del piso, el mismo por el que había aprendido a gatear y luego caminar. Esquivó todas esas sensaciones que le producían los recuerdos. Al encontrar un hoyo en el piso de madera de la otra parte del salón, algo lo instó a bajar, esa presencia oscura era más fuerte ahí abajo.
Al descender al subsuelo como podían entre la pila de escombros que usaron para descender, la oscuridad era real y concreta. No se veía ni las palmas de las manos de centímetros del rostro. Ichinén había previsto esta contingencia y se tomó unos minutos en prender la antorcha que había traído. Al prenderla, algo más se pudo ver. Pero una fuerza hacía más profunda las penumbras.
-¿Qué fue lo que ha pasado aquí?-se asombró Victoria al ver marcas en el suelo.
Un siseo espeluznante se sintió por lo bajo. Ambos se giraron a las sombras, pero no pudieron ver nada.
-Ichinéeeeen. Vienes a molestar, siempre el molesto Ichinén.-se escuchó decir a una voz gutural y ominosa.
El guerrero estaba por decir lo obvio, pero se lo calló. No estaban solos en ese subsuelo.
1/31/2023
72-La convocatoria
7/31/2022
71-El gosho desconocido.
6/30/2022
70-Nikko Shonin.
Las decisiones son algo que al guerrero Ichinén le sale tan natural, como lo que a cualquier mortal común sería respirar. Al salir del castillo de Mira, la encrucijada en la que se vio, no era lo habitual en su persona. Por un lado, tenía a su amiga Victoria con quien intentaba alcanzar la tierra de Kosen Rufu, defendiendo a la reina de Azalays de supuestos traidores. Y por el otro lado, a todo el reino detrás del duque de Nascira, también defendiendo a la reina cautiva. Al llegar al concejo de nobles y otros caballeros, le inquirieron sobre lo que había parlamentado dentro. Encontrar a Victoria dentro, encarnando en la condesa de Mirzam había sido suficiente sorpresa. En principio, ella le explicó la situación política. El duque de Nascira o alguien más de esa comitiva, habían intentado un asesinato que por buena fortuna no había tenido éxito.
-Me sospecho de alguien de su entorno, pero no pondría las manos en el fuego por el duque.-manifestó la condesa cuando caminaban a solas por el jardín.-No las pondría por ningún duque.-
El guerrero la miró con una mueca de hastío, y ella se largó a reír.
-Muy simpática tu broma, “condesa”. Usurpar la identidad no hace que la gente confíe más en tu versión de los hechos.-
Victoria lo miró de hito en hito. Haciendo una larga pausa, antes de suspirar y responderle.
-No usurpé nada. La condesa de Mirzam, era la Victoria de este mundo, como las que ya conociste otras versiones paralelas mías.-
Una punzada de dolor le asaltó a Ichinén en la memoria pero se concentró en lo actual y rápidamente se alejó de esos pensamientos tan tristes.
-Yo no llegué a conocerla personalmente.-
Victoria le mostró un dibujo sobre una pequeña tablilla, eran idénticas. Ichinén no pudo evitar un gesto de asombro.
-Como dos gotas de agua. Murió durante el gran caos, ese ataque que me relataste destruyo este mundo y te envió al infierno. Visité su tumba, fue algo muy inquietante. Me sentí como caminando sobre mi propia sepultura. Apenas llegada a puerto, después de que nos dividiéramos por el continente, la gente comenzó a seguirme. Al principio no entendí que querían, luego me contaron que era la condesa de Mirzam o su hermana gemela. Les expliqué que me llamaba igual y que no era de aquí, que no éramos la misma persona. Pero la gente no me creyó, prefieren pensar que la condesa resucitó de entre los muertos para ayudarlos. No puedo defraudarlos en eso al menos. Luego, me vi envuelta en toda esta intriga política.-
Ichinén le relató a su vez, todas las vicisitudes pasadas desde que se habían separado.
-Ahora te queda decidir como salir de este embrollo. O por las buenas o por las malas. El duque de Nascira se niega a investigar sobre el atentado, dice que solo fue un accidente.-
Al salir del castillo, el duque de Menkalinam se encontró con el otro duque azalayano, pero no dio fruto alguno esa sesión.
-La reina debe retornar al pueblo, la condesa rendirse y someterse al justicia por su insurrección. ¿No piensa cumplir la ley por proteger a una amiga, milord?-le reclamó el de Nascira, con mirada grave y un tono de voz parsimonioso.
Maverick, Elintari, Malcolm y otros quisieron hablarle; pero el guerrero se retiró a solas para decidir qué hacer. Cualquier de las dos opciones lo llevaba a traicionar algo o alguien, pero ambas también lo dejaban como el gestor de una guerra civil. Como si ese reino, ese continente, no tuvieran ya suficientes problemas. Ichinén buscó internarse entre los árboles más cercanos al campamento del asedio, con el objetivo de estar solo. Casi lo lograba, cuando que una figura masculina lo seguía. No parecía muy alto o demasiado amenazante. Pensó que sería Malcolm al verlo de lejos, por los ropajes, pero al tenerlo cerca se dio cuenta que no podía ser. Esta persona se acercaba a él con paso tranquilo, como si estuviera de paseo por el bosque. Ichinén esperó hasta que la cercanía fuera más clara para distinguir su rostro. Casi no lo reconoce, pero a pocos metros, el hombre esbozó una sonrisa demasiado familiar.
-Nikko!-exclamó el duque con sorpresiva alegría, apenas empeñada por las tribulaciones momentáneas.
-Saludos, primo. Supe de tu regreso y te busqué largo tiempo.-
Luego del abrazo y algunas palabras usuales en un reencuentro, comentaron los últimos acontecimientos, los cuales se remontaban hasta el gran caos incluso.
-Porque no asumiste el rol de duque, Nikko? Podías reclamar el título en mi ausencia.-
-Ese camino no era para mí, querido primo. Además, esperaba que algún día regresaras.-
-No tenía intenciones de hacerlo, nada quedaba ya para mí en este lugar. Solo por recomendación de un venerable, el mismo que me puse mi nombre…-
-Si, lo sé. En otra existencia, otro mundo u otro tiempo, es igual; soy discípulo del Daishonin.-
El guerrero abrió grandes los ojos, eso si era algo inesperado.
-¿Entonces sabes de la misión que tengo?-
-No solo eso, también se donde se debe abrir el portal para llegar a Kosen Rufu, está aquí en Azalays.-
Las sorpresas no terminaban, pero la realidad le pesaba al guerrero. Primero tenía este desastre social entre manos.
-Si logro que este reino no entre en una guerra civil, puede que alguien me acompañe a Kosen Rufu. Por ahora, eso está tan distante como el reino de Gaia.-
Nikko apretó una mano con otra y miró a su pariente con apocamiento.
-El desafío actual es sola una función para evitar que logres tu objetivo. En tu cabeza solamente existe el obstáculo. Puede que pienses que esta tierra o su gente no sobrevivirá una guerra civil, pero quizás no sea eso el resultado final. La idea de la guerra es posible que solo la esté pensando pero que nunca ocurra. Lo que no debes hacer es retroceder ante el ataque de los demonios. Ellos saben como presionar y darte por donde podes caer.-
Ichinén no respondió nada y comenzaron a caminar en silencio. Al llegar al campamento presentó a su primo con todos los amigos. Elintari se encontraba discutiendo con algunos soldados de Nascira, sobre los rumores y falsedades que el marqués de Alstroemeria había hecho rodar. Ichinén la frenó y la llamó aparte junto con Nikko.
-Reúne a todos los hombres, vamos al castillo de Mira, con quien luego se sume, el que nos quiera seguir, que lo haga.-
-El duque de Nascira estaba dejando entrever que pese a tu fama, no estabas muy decidido a sobre que hacer al respecto del secuestro de la reina.-
-Ya lo tengo determinado, aunque no creo que le guste. Hay algo más importante que hacer antes que pelear por meras trivialidades en este mundo. Pero hay algo más en este asunto de lo que se ve a simple vista.-
Ichinén sonó vehemente como siempre y notó como se encendían los ojos de la elfa antes de alejarse. Deseaba estar tan seguro como sonaba, pero tenía varias dudas de estar haciendo lo correcto. La posibilidad de traer más sufrimiento a su gente, de desatar una lucha fratricida; lo agobiaba. Pero si querían sumar a su mal adjudicada fama, que agregaran el cargo de rebelde. Aun cuando comenzara la leyenda de Ichinén, el insurrecto. Él sabía que debía seguir en su objetivo.